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Los fieles extrañan al “Señor del veneno” de la Catedral de México

VNDDesde el 26 de junio pasado, la imagen se encuentra fuera del recinto sagrado, sometida a limpieza profunda y restauración.En la Catedral de México, una de las imágenes más veneradas es sin duda la del “Señor del veneno”, cuya leyenda continúa escuchándose con devoción en las naves de este maravilloso templo, joya arquitectónica de América. […]

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  • Desde el 26 de junio pasado, la imagen se encuentra fuera del recinto sagrado, sometida a limpieza profunda y restauración.

En la Catedral de México, una de las imágenes más veneradas es sin duda la del “Señor del veneno”, cuya leyenda continúa escuchándose con devoción en las naves de este maravilloso templo, joya arquitectónica de América. Pero en las últimas semanas, algo ha cambiado significativamente. Y es que los cientos de fieles que diariamente acuden a la iglesia catedral para venerar al “Cristo negro” –como también se le conoce–, ya no lo encuentran, pues en un hecho histórico, la imagen salió temporalmente del recinto donde permanecía desde 1935.

Durante muchos años, esta figura sagrada del siglo XVIII, hecha con caña de maíz, estuvo expuesta a diversos factores de destrucción, y por ello, el Cabildo Metropolitano vio la necesidad de que fuera sometida a trabajos de limpieza profunda y restauración, dejando por algunas semanas la Catedral de México.

La leyenda

De acuerdo con el libro ‘Tradiciones y Leyendas de las calles de México’, del historiador Artemio del Valle Arizpe, en la época de la Nueva España, dos personajes: don Fermín Andueza y don Ismael Treviño, se habrían visto envueltos en un milagro.

Don Fermín era un hombre rico, que acudía todos los días muy temprano a Misa. Cuando terminaba la celebración, volvía de nuevo a su hogar, no sin antes detenerse ante un Cristo de gran talla. Sin falta, don Fermín –quien tenía fama de ser muy generoso– depositaba una moneda de oro en la base de la imagen, y besaba con humildad los ensangrentados pies de la misma.

Don Ismael Treviño, por su parte, también era un hombre rico, pero envidioso, y odiaba a don Fermín Andueza, de tal suerte que buscaba interponerse en todos los negocios que éste hacía, pero sin éxito. Llegó el día en que quería verlo muerto.

Después de algún tiempo, concluyó que la mejor manera de acabar con don Fermín era envenenándolo, por lo que puso una sustancia mortal en un pastel que le hizo llegar, de parte de un amigo. Complacido, pero sin imaginar que alguien buscaba atentar contra su vida, don Fermín comió parte del regalo aquella mañana, y salió después a la iglesia a la que acudía todos los días.

Como de costumbre, al terminar la Misa, se encaminó al Cristo, y rezó sus oraciones. Luego se inclinó con humilde reverencia para besarle los pies. Pero cuando sus labios tocaron la imagen, una mancha se extendió sobre la pálida figura hasta quedar completamente negra. Dicen que el Cristo absorbió el veneno para salvarle la vida a don Fermín.

Los fieles lo extrañan

El padre José de Jesús Aguilar, Director de Arte Sacro de la Arquidiócesis de México y miembro del Cabildo Metropolitano, explica que desde el 26 de junio el “Cristo negro” se encuentra fuera de la Catedral, en los talleres del maestro Agustín Espinoza Chávez, ex director de Restauración del Patrimonio Cultural de Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Asegura que se trata de un especialista que sin duda hará que esta imagen, que es parte del patrimonio artístico, histórico y cultural de México, se mantenga en el mejor estado posible.

“Los fieles extrañan la presencia de la imagen –afirma– pero esperan su regreso con la convicción de que se está haciendo lo conveniente para que sea venerada por muchísimas generaciones más”.