En la emergencia, los jóvenes han hecho crecer flores de esperanza: Card. Rivera
Durante la celebración de la Misa de la Bendición de las Rosas, el Arzobispo de México y el Rector de la Basílica de Guadalupe intercambiaron ramos de rosas bendecidas. Abimael César Juárez Este 12 de octubre, el Arzobispo Primado de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera, presidió la tradicional Misa de la Bendición de las Rosas, […]
- Durante la celebración de la Misa de la Bendición de las Rosas, el Arzobispo de México y el Rector de la Basílica de Guadalupe intercambiaron ramos de rosas bendecidas.
Abimael César Juárez
Este 12 de octubre, el Arzobispo Primado de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera, presidió la tradicional Misa de la Bendición de las Rosas, misma que fue concelebrada por el Nuncio Apostólico en México, Mons. Franco Coppola; Mons. Alfonso Miranda Guardiola, Presidente de la CEM; el Rector del recinto, Mons. Enrique Glenne Graue; miembros del Cabildo de Guadalupe, los Obispos de las ocho Vicarías y presbíteros arquidiocesanos.
En su homilía, el Cardenal Norberto Rivera puntualizó cada uno de los acontecimientos que se conmemoran durante esta Celebración Eucarística: “el Descubrimiento de América, que es la llegada del Evangelio a este continente, también conocido como el “Día de la Raza” por ser el encuentro de seres humanos que nunca se habían visto y a partir de ahí se reconocen; la consagración de la Nueva Basílica, por el traslado de la imagen de la Morenita a este recinto sagrado, su templo al que llamamos la Nueva Basílica; así como el aniversario de la Coronación Pontificia de nuestra amada y portentosa Imagen de Santa María de Guadalupe. Y por ello, con alegría, celebramos la llamada ‘La Misa de las Rosas’”
Agregó que Dios nos da su aliento y su Palabra para hacernos comprender lo que somos: “hijos de Dios, y nos confirma en nuestra dignidad e identidad, la razón de nuestro vivir y existir, pues hemos sido creados en el infinito amor de Dios para ser su Templo, familia de su sangre y de su carne, especialmente integrados en la Eucaristía”.
El Arzobispo de México expresó que todavía están abiertas las heridas por los fenómenos naturales que han golpeado a nuestro pueblo, a todos los que formamos parte de esta familia de Dios; “esto no nos ha doblegado, al contrario… Los terremotos nos movieron y sacaron lo mejor de nosotros mismos, una fuerza enorme de la que todos fuimos testigos, una gran solidaridad, una gran actitud que surgió del alma y de la esencia de este pueblo, especialmente los jóvenes, a favor de los hermanos damnificados, un gran amor que se manifestó de manera fundamental en el rescate de tantas víctimas; y ahora mismo, seguimos siendo testigos de la constante recuperación y reedificación de este pueblo, con la ayuda de todos”.
Subrayó que los jóvenes han hecho crecer con su enorme fe y su inquebrantable voluntad de ayudar, flores de esperanza, de gran solidaridad en el amor. Dijo que han surgido flores llenas del canto de Dios en la voz de los jóvenes, que han dado más que sus propios años para seguir de pie en esta tierra sagrada de México, “esa fuerza juvenil llena de entereza que cambia el rumbo del destino del mundo, que no tienen miedo para afrontar los retos que les presenta la vida, el destino o las fuerzas de la naturaleza… que inyecta esperanza con los que se desesperan e infunden la fuerza de un amor solidario”.
El Card. Rivera dijo que nuestra tierra bendita está en buenas manos, porque está en las manos de jóvenes llenos de fe, de esperanza y de amor. “Jóvenes dispuestos a entregar su vida por los demás, dando testimonio con ello, de que nadie tiene amor más grande, sino aquél que da la vida por los demás. Una gran misión, seguir edificando el Templo de Dios, que va más allá de cualquier frontera”.
Durante la Misa, el Arzobispo de México invistió al P. Juan de Dios Olvera Delgadillo como nuevo canónigo del Cabildo de Santa María de Guadalupe, cargo que le asignó con todos los derechos, privilegios y obligaciones anexas en este recinto mariano, con facultades ordinarias y especiales para absolver de los pecados en el sacramento de la reconciliación.
Al finalizar, el Card. Rivera y Mons. Enrique Glennie Graue intercambiaron entre ellos, y con cada uno de los Vicarios Episcopales, un ramo de las rosas que fueron bendecidas ex profeso para la celebración, y otras más fueron repartidas en el comulgatorio.