Han pasado cinco siglos desde que llegaron a México los 12 franciscanos que la corona española, el Vaticano y su orden provincial designó para iniciar la evangelización de los habitantes de los pueblos originarios asentados en la llamada Nueva España.
Justo es reconocer que la labor realizada por esa docena de misioneros, junto con la de los tres primeros franciscanos que llegaron en 1523 en la expedición de Hernán Cortés, fue fundamental para sentar las bases de la evangelización que se llevaría a cabo no solamente en México, sino en todo América, y que de alguna manera retomaron las congragaciones que llegaron en los años subsecuentes.
Pero a 500 años de la llegada de esos 12 frailes, ¿quiénes son los franciscanos actuales, qué hacen y cuáles son los principios en los que sustentan su labor? A continuación te lo contamos.
Una vez que llegaron a la llamada Nueva España el 13 de mayo de 1524, y después de que se asentaron en las nuevas tierras, los 12 franciscanos fundaron la “Custodia del Santo Evangelio”, que en 1936 se convirtió en Provincia y por lo tanto dicha orden pasó a llamarse “Provincia del Santo Evangelio” y que actualmente mantiene su presencia en México.
“Habiendo sido los primeros misioneros en llegar a estas tierras cubrimos la mayor parte de los territorios mexicanos, trabajamos con grupos de la más variada índole, aprendimos idiomas, compusimos gramáticas y vocabularios, tradujimos textos bíblicos a idiomas nativos y escribimos catecismos utilizando técnicas ideográficas completamente ajenas a la mente europea”, indica en su sitio web la Orden de los Hermanos Menores de la Provincia del Santo Evangelio de México.
De la misma manera, asevera, el paso de los franciscanos por las diversas regiones de México dejó, “además de un sin número de tradiciones populares, una bien marcada huella que cinco siglos después el viajero puede reconocer, entre otras cosas, en los monumentales conventos y en el arte religioso popular”.
Actualmente, indicó fray Antonio Huerta Soto, sacerdote de la Parroquia de San Fernando Rey, en México los franciscanos están organizados en cinco provincias, cada una con cierta autonomía y estilo propio: la Provincia del Santo Evangelio de México; la Provincia de San Junípero Serra; la Provincia de los Santos Francisco y Santiago en México; la Provincia de San Pedro y San Pablo; y la Provincia de San Felipe de Jesús.
El padre Huerta Soto destacó sobre todas a la Provincia del Santo Evangelio de México, que si bien es cierto no es actualmente la más numerosa, sí es la más antigua y fue la que fundaron los 12 franciscanos que llegaron hace 500 años, pero además fue la que dio origen a las otras cuatro provincias.
En dicha Provincia, refirió fray Antonio, trabajan a partir de un ambiente evangelizador en parroquias, colegios, misiones, espacios académicos, cultura, danza y teatro; además de que cuentan una Comisión de Justicia y Paz y otra de Respeto a la Creación, y hay hermanos que están trabajando en esa área.
“En fin, es muy interesante, estamos en parroquias urbanas, pero también en parroquias rurales o en parroquias indígenas, que en el caso de estas son a las que todavía se les llama tradicionalmente misiones. Creo que principalmente son los ambientes en los que nos movemos. Eso es lo rico, que podemos entrarle a cualquier trabajo siempre y cuando sea en fraternidad y minoridad.
“También en los ambientes parroquiales, por ejemplo, tenemos cuestiones de salud, algunos dispensarios médicos, no son grandes instituciones pero sí cuentan con personal muy capacitado para poder hacer accesibles algunos servicios de salud especializados a las personas”, detalló el sacerdote franciscanos de la OFM
Al referirse a los principios que actualmente rigen la labor de los franciscanos de la Provincia del Santo Evangelio de México, indicó que se basan sobre todo en el de compartir y acompañar a la gente en la vivencia del Evangelio, en hacerlos conscientes de que forman parte de una iglesia y recordar que San Francisco de Asís en sus últimos momentos y en su testamento “instaba a los franciscanos a estar a los pies de la Santa Madre Iglesia”.
“Es un trabajo en y para la Iglesia desde un carisma propio, que es la vivencia del Evangelio y hacer creíble que se puede vivir la fraternidad y la minoridad, que son fundamentales. Ahí están los principios que nos van rigiendo, por supuesto que actualmente el tema del respeto y la salvaguarda de la creación se están volviendo un tema muy interesante e importante, además del de justicia, porque la paz es parte de nuestro carisma”, indicó.
Al cuestionarle qué tan complicado es en este momento realizar el trabajo de evangelización y de llevar la palabra de Dios ante las realidades complicadas que se viven en la sociedad debido a diversas problemáticas sociales como lo son la prostitución, las adicciones, la violencia, los conflictos políticos y la migración, fray Antonio Huerta que lo más complicado es iniciar con la indiferencia que existe a lo religioso.
“Una indiferencia hacia lo religioso, pero más que una indiferencia, en muchas personas se nota un rechazo a todo lo que tenga que ver con lo religioso, ya que se ve como algo malo o algo rechazable. Allí es donde creo que están los desafíos actualmente. Para mí también un gran desafío es ver cómo podemos comprender a las nuevas generaciones, cómo lograr comprender a esta realidad que es un universo completamente diferente a lo que nosotros vivimos”, aseveró.
En este sentido, subrayó que es bastante complicado determinar cómo formar a los jóvenes que “se acercan a nuestra forma de vida y que quieren llevar nuestra forma de vida”, debido a que “las bases que encontramos en ellos, son completamente diferentes y yo no sé hasta qué grado nosotros seremos capaces de comprenderlos”.
“Eso se traduce también en el trabajo de parroquia, cómo comprender a las personas que son feligreses, pero que enfrentan problemas de violencia familiar, situaciones complicadísimas en sus trabajos, en los ambientes en los que viven, los jóvenes que pueden ver en la fe una serie de reglamentos que tiene que cumplir, y que no están dispuestos a hacerlo, y no unos lineamientos de vida, cómo poder hacernos presentes, esos desafíos están ahí y son muy importantes”, dijo.
Y que es importante de una u otra manera empezarlos como a evaluar, a tratarlos…
Salirnos de una pastoral de conservación, porque sí podemos conservar lo que va quedando de lo que nos dejaron los anteriores. Pero entonces cuál sería nuestro aporte. ¿Cómo poder entrar en esos ambientes? Para esos desafíos no tengo la respuesta, si la tuviera sería genial, pero se nos van presentando y vamos tratando de responder lo mejor posible; no sé si siempre sea la mejor manera o la manera más adecuada, pero creo que en la mayor parte de los casos los frailes están tratando de hacerlo”.
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