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 página 4 L’OSSERVATORE ROMANO domingo 30 de mayo se 2021
 VIENE DE LA PÁGINA 3
Jornada Mundial de la Juventud – nacida de una intuición profética de sanJuan Pa- blo II, quien sigue siendo un punto de re- ferencia también para los jóvenes del tercer milenio –, así como los encuentros nacio- nales y diocesanos/eparquiales, desempe- ñan un rol importante en la vida de mu- chos jóvenes porque ofrecen una experien- cia viva de fe y de comunión, que les ayuda a afrontar los grandes desafíos de la vida y a asumir responsablemente su puesto en la sociedad y en la comunidad eclesial».[14] Subrayando que estas convo-
catorias se refieren «al acom- pañamiento pastoral ordinario de cada una de las comunida- des, donde la acogida del Evangelio debe ser profundi- zada y concretada en decisio- nes para la vida»,[15] el Docu- mento afirma que éstas «ofre- cen la posibilidad de caminar en la lógica de la peregrina- ción, de hacer experiencia de una fraternidad con todos, de compartir con alegría la fe y de crecer en su pertenencia a la Iglesia».[16]
Exploremos algunos de estos
“puntos clave”[17] que deben
estar en el corazón de toda JMJ, incluso en su dimensión local, y que por tanto tienen un claro valor programático.
a. La Jornada de los jóvenes debe ser una “fiesta de la fe”
La celebración de la JMJ ofrece a los jóve- nes una experiencia viva y alegre de fe y comunión, un espacio para experimentar la belleza del rostro del Señor.[18] En el co- razón de la vida de fe está el encuentro con la persona de Jesucristo, por lo que es bue- no que en cada JMJ resuene la invitación a cada joven a encontrarse con Cristo y a ini- ciar un diálogo personal con Él. «Es la fiesta de la fe, cuando juntos se alaba al Se- ñor, se canta, se escucha la Palabra de Dios, se permanece en silencio de adora- ción: todo esto es el culmen de la JMJ».[19] En este sentido, el programa de la JMJ in- ternacional (dimensión kerigmática, for- mativa, testimonial, sacramental, artística,
etc.) puede inspirar a las realidades locales, que podrán adaptarlo creativamente. Hay que prestar especial atención a los momen- tos de adoración silenciosa de la Eucaristía, como acto de fe por excelencia, y a las li- turgias penitenciales, como lugar privile- giado de encuentro con la misericordia de D ios.
Además, hay que tener en cuenta que, en cada JMJ, el entusiasmo natural que tienen los jóvenes, el entusiasmo con el que abra- zan las cosas que les implican y que carac- teriza también el modo de vivir la fe, todo ello estimula y revigoriza la fe de todo el
comunión: consejos diocesanos/eparquia- les e interdiocesanos/eparquiales, consejos presbiterales, consejos locales de obispos... No olvidemos que son el rostro joven de la Iglesia.
Junto a los jóvenes, los diversos carismas presentes en la circunscripción deben en- contrar espacio. Es fundamental que la or- ganización de la celebración diocesa- na/eparquial de la JMJ sea concorde, impli- cando a los distintos estados de vida, en una propuesta de trabajo sinodal, como ha querido el Santo Padre en Christus vivit: «Animados por este espíritu, podremos
encaminarnos hacia una Igle- sia participativa y correspon- sable, capaz de valorizar la ri- queza de la variedad que la compone, que acoja con grati- tud el aporte de los fieles lai- cos, incluyendo a jóvenes y mujeres, la contribución de la vida consagrada masculina y femenina, la de los grupos, asociaciones y movimientos. No hay que excluir a nadie, ni dejar que nadie se autoexclu- ya».[20] De este modo, será po- sible reunir y coordinar todas las fuerzas vivas de la Iglesia particular, así como despertar a las que están “dormidas”.
En este contexto, la presencia del obispo local y su disposición a estar entre los jóve- nes es, para los mismos jóvenes, un gran signo de amor y cercanía. No pocas veces, para varios jóvenes la celebración diocesa- na/eparquial de la JMJ se convierte en una oportunidad de encuentro y diálogo con su párroco. El papa Francisco alienta este es- tilo pastoral de proximidad, donde «el len- guaje del amor desinteresado, relacional y existencial que toca el corazón, llega a la vida, despierta esperanza y deseos».[21]
c. La Jornada de los jóvenes debe ser una “experiencia misionera”
La JMJ a nivel internacional ha demostrado ser una excelente oportunidad para que los jóvenes tengan una experiencia misionera. Este debería ser también el caso de la JMJ diocesana/eparquial. Como dice el papa Francisco «la pastoral juvenil debe ser siempre una pastoral misionera».[22]
Hacia un nuevo impulso
  pueblo de Dios. Convencidos por el Evan- gelio e invitados a una experiencia con el Señor, los jóvenes se convierten a menudo en valientes testigos de la fe y esto hace que el evento de la JMJ sea siempre algo sor- prendente y único.
b. La Jornada de los jóvenes debe ser una “experiencia de Iglesia”
Es importante que la celebración diocesa- na/eparquial de la JMJ se convierta en una ocasión en la que los jóvenes puedan expe- rimentar la comunión eclesial y crecer en su conciencia de ser parte integrante de la Iglesia. La primera forma de participación de los jóvenes debe ser la escucha. En la preparación de la Jornada de la Juventud diocesana/eparquial, es necesario encon- trar los momentos y las formas adecuadas para que la voz de los jóvenes sea escucha- da dentro de las estructuras existentes de la














































































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