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 domingo 21 de noviembre de 2021
L’OSSERVATORE ROMANO
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  postuladora.
A partir de su experiencia con los margi- nados de la sociedad, la hermana Berenice siente la necesidad de crear una nueva congregación religiosa que incluyera a los excluidos en el servicio, la acogida y la evangelización, como recuerda en una biografía de la beata el sacerdote Giovan- ni Spagnolo. Así, el 14 de mayo de 1943,
La Comunidad la destinó al trabajo educativo en varios colegios y ahí comenzó su entrega a la formación de niños y jóvenes. También se dedicó a los más pobres de los pobres
tomó forma la congregación de las Her- manitas de la Anunciación, formada en un primer momento por doce jóvenes de co- lor, pobres y sin formación. “Está conven- cida de que, una vez más, el Señor escoge a los pobres, que no cuentan a los ojos del mundo”, señala Duarte Roa.
A pesar de que contaban con el apoyo in- condicional y el aliento del arzobispo de Medellín, monseñor Joaquín García Bení- tez, la Madre Berenice y su pequeña con- gregación se vieron en el centro de una auténtica tormenta de incomprensiones y de obstáculos de todo tipo, hasta el punto
de que en 1946 fue envia- da a Francia con el intento de que desistiera de su obra.
Hasta 1950 la nueva con-
gregación de la Madre Be-
renice no obtuvo plena
autonomía y el 23 de octu-
bre de 1953 la fundadora
pudo vestir su nuevo hábi-
to y emitir sus votos per-
petuos como Hermana de
la Anunciación. La Her-
mana Berenice logra
afianzar la congregación
viajando a Tierra Santa,
Francia y Roma, para pre-
sentar su obra. “Durante
el Concilio impulsa la ora-
ción y apoya la renovación
con estudios comunitarios
de los documentos en los que ella partici- pa. Como Superiora General, se preocupa de estar humanamente cercana a las Her- manitas, de ser justa en sus determinacio- nes, de apoyarlas; se hace asesorar por su Consejo y en momentos de dificultad bus- ca ayuda externa, tiene cuidado especial de las enfermas”, apunta la postuladora. En marzo de 1958, día en que la Iglesia conmemora la Anunciación, el Papa Pío XII emitió el “decretum laudis” para la congregación de la Madre Berenice, con- cediéndole su lugar definitivo en el pano- rama eclesial de las familias religiosas, re- cuerda Giovanni Spagnolo. El programa elaborado por la Madre Berenice para sus
Hermanitas, que mientras tanto se exten- dían por América Latina y Europa, tenien- do como única Superiora General a la Vir- gen María, “Madre y Reina”, es sencillo - continúa el sacerdote- y esencial en su simplicidad: “En el corazón de la Iglesia para las necesidades de los hermanos y mensajeras del amor de D ios”.
María Berenice D uque también fundó otras comunidades, como las Misioneras afrocolombianas o los Hermanos de “La Domus Dei”. Con estas nuevas obras bus- caba ofrecer ayuda a los marginados socia- les, como respuesta a las necesidades con- cretas del momento.
Madre Berenice fallece a los 95 años en 1993, y durante tres días hubo una devota peregrinación de obispos, sacerdotes, reli- giosos y simples fieles, que abrazaron a las Hermanitas de la Anunciación y que coin- cidieron en su valoración: “ha muerto una santa”. Está enterrada en la cripta de la ca- sa madre de Medellín, en una tumba cuya inscripción fue dictada por la propia fun- dadora: “La Santísima Voluntad de D ios”.
La religiosa sigue siendo para sus hijas y sus devotos, como dijo Mons. Héctor Urrea en una homilía fúnebre, “un sacra- mento, un santuario, una escuela y un li- bro”.
La santa Sede ha reconocido un milagro atribuido a su intercesión para la curación de un niño gravemente enfermo y por ello ha autorizado su beatificación.
   


































































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