La Virgen de Guadalupe es considerada entre las imágenes marianas llamadas apocalípticas, debido a la luna que se encuentra bajo sus pies, y que hacen referencia al Apocalipsis de San Juan (12,1), cuando dice: (12,1 – 18), que dice: “Una gran señal apareció en el cielo: una mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.”
El texto añade: “La mujer estaba encinta y gritaba por los dolores del parto, por el sufrimiento de dar a luz. Luego apareció en el cielo otra señal: un gran dragón rojo que tenía 7 cabezas, 10 cuernos y una corona en cada cabeza. Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas y las lanzó sobre la tierra. El Niño que nació fue llevado ante Dios y ante su trono. El dragón, que quería hacer daño a la Virgen y al Niño, fue vencido por Miguel y sus ángeles”.
A partir de estas líneas proféticas, desde el siglo V existen imágenes de la Virgen María conocidas como Apocalípticas, y entre ellas está la de Guadalupe de México que también hace alusión a su Inmaculada Concepción y a su Asunción al cielo, evocando tanto al Génesis como al Apocalipsis.
Este tipo de imágenes se conocieron en México a través de ilustraciones europeas que fueron imitadas, por ejemplo, en el soto coro del convento de Tecamachalco, en Puebla, y que fue pintado por Juan Gerson en 1562, e inspirado por las estampas de la Biblia de Wittenberg de 1522.
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El carácter apocalíptico de la Morenita fue destacado en 1648 por el clérigo Miguel Sánchez, quien publicó “Imagen de la Virgen María, Madre de Dios de Guadalupe. Milagrosamente aparecida en la Ciudad de México. Celebrada en su historia, con la profecía del capítulo número 12 del Apocalipsis.”
Las imágenes apocalípticas de la Virgen María, ya sea en esculturas o en imágenes planas, tienen un profundo sentido profético, y en el caso de México, hay un doble significado puesto que la ciudad de México – Tenochtitlán estaba en un islote del lago de Texcoco cuyo significado es “En el ombligo del lago de la luna”.
A finales del siglo XIX, el etnógrafo noruego Carl Lúmholtz conoció las costumbres Tarahumaras, quienes consideraban que la luna misma era la Virgen María; dice así: “entre las razones que dan los tarahumaras cristianos para explicar la prolongación de las secas y la luna (la Virgen María) está enferma”. En esta referencia, aunque es obvia la distorsión del significado guadalupano, queda claro que la Morenita estaba involucrada con la armonía cósmica y la solución de los problemas de esta comunidad indígena.
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