De rodillas por las vocaciones
Mientras que la política actual está obsesionada con la libertad y con el deseo de poder, la Eucaristía, en cambio, nos recuerda que hay Alguien por encima de los poderosos del mundo
Ordenado sacerdote para la Diócesis de Ciudad Juárez, México, el 8 de diciembre de 2000, tiene una licenciatura en Ciencias de la Comunicación (ITESM 1986). Estudió teología en Roma en la Universidad Pontificia Regina Apostolorum y en el Instituto Juan Pablo II para Estudios del Matrimonio y la Familia. Actualmente es párroco de la Catedral de Ciudad Juárez, pertenece a los Caballeros de Colón y dirige el periódico www.presencia.digital
Concluyó el preseminario diocesano con un fruto de 12 nuevos candidatos a la vida sacerdotal para Ciudad Juárez: cinco para el seminario mayor, y siete para el menor. La respuesta generosa de estos muchachos nos alegra y agradecemos al buen Dios por seguir llamando trabajadores para sus campos. También hemos de agradecer y reconocer el empeño entusiasta y dinámico que el padre David Hernández Martínez imprime a la pastoral vocacional.
Sin embargo los católicos de Ciudad Juárez no podemos dejar de inquietarnos ante la escasez de vocaciones para nuestra Iglesia local. Para atender a una población de alrededor de un millón 200 mil católicos, a cada uno de los 130 sacerdotes locales, nos corresponden 9,230 bautizados.
En la Iglesia universal habemos un total de 409 mil sacerdotes para atender a 1390 millones de católicos. Esto significa que cada hay cerca de 3,300 fieles por sacerdote. Nótese la desproporción de fieles por sacerdote entre la Iglesia en el mundo y la Iglesia de Ciudad Juárez. La misma estrechez de vocaciones la vemos en todo el norte de México y en otras partes del mundo. Por eso no podemos dejar de pedir de rodillas al cielo para que más muchachos sean atraídos hacia el sacerdocio, y para que el Seminario sea realmente el corazón de la diócesis, tanto para el obispo, los sacerdotes y los fieles laicos.
Republicanos más progres
Ojo: Donald Trump logró cambiar la plataforma del Partido Republicano. Su postura sobre el matrimonio ha dejado de ser la tradicional entre un hombre y una mujer, abierto a la crianza de los hijos y a la educación en valores. Ahora sólo se habla de santidad del matrimonio, bendiciones de la infancia y apoyo a padres trabajadores. Si antes el partido afirmaba la santidad de la vida humana y el derecho inviolable a la vida, hoy acepta el aborto en los tres primeros meses del desarrollo embrionario y sólo se opone al aborto tardío; también quiere el acceso al control de la natalidad y a los tratamientos de fertilidad. Estamos ante un Donald Trump diverso al del 2016. Se le acabó lo pro vida y asume valores progresistas. Algunos han dicho que el Partido Republicano de 2024 era el Partido Demócrata de 2004.
Apoyemos a los políticos en todo lo que sirva al bien común. Pero no seamos ingenuos creyendo a ciegas en ellos. Seamos más críticos con los políticos y conservemos una prudente distancia. Generalmente todos manejan una agenda ideológica y, aunque muchos hablan de Dios y se proclaman creyentes, su pragmatismo los hacen tomar decisiones públicas que no pocas veces contradicen la ley natural y los mandamientos de Dios. Nuestro Señor no es el liberalismo al que hoy los partidos veneran, sino sólo Jesucristo. Nunca traicionemos el Evangelio por favorecer ideologías políticas y seamos fieles a Dios antes que a los hombres.
Dos amores, dos ciudades
Grandioso testimonio de fe desbordante dieron al mundo los católicos de Estados Unidos en torno al Congreso Eucarístico Nacional, celebrado del 17 al 21 de julio de 2024. Semanas antes del evento miles de fieles hicieron peregrinaciones con el Santísimo Sacramento recorriendo miles de kilómetros desde varias ciudades hasta Indianápolis, sede del congreso, con una participación muy nutrida: 60 mil católicos llegaron a la sede desde todas las diócesis de la Unión.
En torno a la celebración del Congreso en Indianápolis, acontecimientos de la vida pública estremecían a Estados Unidos: el intento de asesinato de Trump, la Convención del Partido Republicano y su nueva agenda más progresista, la extraña renuncia de Joe Biden como candidato a la presidencia y las intrigas políticas para colocar a la anticatólica Kamala Harris como candidata del Partido Demócrata.
Estos hechos nos recuerdan las frases de san Agustín: “Dos amores construyeron dos ciudades: la ciudad terrena, por el amor a uno mismo, hasta el desprecio de Dios; y la Jerusalén celestial, por el amor a Dios, hasta el desprecio de uno mismo. La primera, en una palabra, se gloría de sí misma; la segunda, se gloría en el Señor. Pues la una busca la gloria de los hombres; pero la mayor gloria de la otra es Dios, testigo de nuestra conciencia”.
Mientras que la política actual está obsesionada con la libertad y con el deseo de poder, la Eucaristía, en cambio, nos recuerda que hay Alguien por encima de los poderosos del mundo, alguien que es el alma de nuestras naciones y que nos convoca a un destino eterno: Jesucristo, en quien podemos edificar el futuro con esperanza. Nunca dejemos de orar por nuestros gobernantes.