¿Qué significa que se rompa un rosario o una imagen religiosa?
¿Se rompió una imagen religiosa o un rosario? Esto es lo que debes hacer.
A muchos nos ha pasado que se nos cae o se rompe una imagen o una figura de la Virgen María, de algún santo o incluso un Rosario. ¿Es una señal? ¿Un mal augurio? Desde la enseñanza de la Iglesia, la respuesta es clara: no significa nada que se rompa un rosario o alguna otra estampa.
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Consultado por Desde la fe, sobre qué significa que se rompa un rosario o alguna imagen de un santo, el padre Salvador Barba, sacerdote de la Arquidiócesis Primada de México y por años responsable de la Pastoral Litúrgica, asegura que no es “ni mala suerte, ni mal augurio”.
“Las imágenes y los rosarios son objetos que nos ayudan a rezar, pero no tienen poder por sí mismos. Si se rompen, simplemente es porque son materiales y todo lo material se desgasta y se puede romper”.
De acuerdo con el padre Barba, las imágenes religiosas son “signos visibles de lo invisible, es decir, nos remiten a lo que representan, pero no contienen en sí mismas una fuerza espiritual”.
El problema, explica el padre Salvador, es cuando caemos en supersticiones.
“Si creemos que por romperse una imagen algo malo va a pasar, estamos cayendo en ideas ajenas a la fe. Eso no es confiar en Dios, sino en fetiches”.
“Dios no castiga por accidentes ni por descuidos. Dios es amor. No podemos pensar que por una imagen rota vendrá una desgracia. Eso contradice la misericordia y la ternura de Dios”.
¿Qué hacer si se rompe una imagen o un rosario?
El consejo es sencillo: si puede arreglarse, se repara y se sigue usando con devoción. Si no tiene arreglo, debe desecharse con respeto.
“No es que haya que tirarla porque da mala suerte —aclara el padre Barba— sino para evitar que alguien haga mal uso o falta de reverencia”.
Se puede romper, quemar o desechar por partes, como se hace con fotografías antiguas u objetos que ya no se usan.
El padre Barba explicó que, muchas veces, los católicos acumulamos imágenes o estampas que ya no usamos, por simple miedo a tirarlos, algo que también puede alejarnos del verdadero espíritu de la devoción.
“Hay imágenes que ya no dicen nada y se vuelven solo estorbo. Dios no quiere miedo, quiere confianza. No nos castiga por tirar una imagen con cariño y respeto. Nos ama más que eso”, afirma el sacerdote.