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COLUMNA

Piénsalo 2 veces

Nadie ganó

En el bote del matrimonio, cuando no existe el amor es fácil ser soberbios y llegar a pensar que uno está aportando mucho más que su pareja

22 julio, 2024

Dos hombres viajaban en medio del mar, a bordo de un bote de madera. Una pequeña vela los impulsaba.

De momento y sin saber qué lo ocasionó (¿Acaso sería el ego?) un pensamiento llegó simultáneamente a ambos marineros: Yo soy mejor y tengo que venir en el mismo bote, compartiendo conocimientos y habilidades con alguien inferior a mí.

Se vieron con recelo, cambiaron el semblante y se prepararon para la lucha.

Al sentir la agresividad contraria alimentaron la propia. Se conocían, pero cayeron en la trampa y uno de ellos, el más soberbio, habló:

¡Qué molesto es navegar con quien no tiene mi capacidad!

Te entiendo -respondió el otro- ahora mismo lo estoy viviendo.

Y comenzaron a discutir, de las palabras pasaron a las demostraciones. Uno de ellos vio dos hachas y retó al otro a ver quién la manejaba mejor. Primero cayó el mástil, a cada golpe cada uno gritaba ser mejor. Después siguió el casco y ni la entrada de agua los motivó a parar en su locura. Antes de ahogarse, con su último aliento cada uno gimió que era mejor.

En el bote del matrimonio, cuando no existe el amor es fácil ser soberbios y llegar a pensar que uno está aportando mucho más que su pareja. Comienzan por tirar el mástil de los valores, donde Dios nos regala su aliento para llegar a buen puerto y ya sin esa brisa divina quedan varados, entonces, se pasa a la destrucción usando cualquier tipo de hacha, incluso los hijos son usados para dañar al otro.

No se supo cuál marinero manejaba mejor el hacha, ambos acabaron ahogados.

*Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.