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¿Quiénes son los nuevos 7 sacerdotes de la Arquidiócesis de México?

Este 28 de junio, siete hombres entregarán su vida a Dios como sacerdotes en la Basílica de Guadalupe. Descubre sus historias de vocación, lucha y fe.

17 junio, 2025
¿Quiénes son los nuevos 7 sacerdotes de la Arquidiócesis de México?
Estos son los siete nuevos sacerdotes que serán ordenados en la Arquidiócesis de México. Foto: Luis Aldana

En el marco de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, la Arquidiócesis Primada de México celebrará la ordenación de siete nuevos sacerdotes. La ceremonia será presidida por el Cardenal Carlos Aguiar Retes, Arzobispo Primado de México, el viernes 28 de junio, a las 17:00 horas, en la Basílica de Santa María de Guadalupe.

Los candidatos al orden presbiteral son: Santiago Adame Alemán (CCR), Fernando Barra Hernández, César Augusto Garibaldi Peláez, Miguel Ángel González Romero, Juan Adrián Vargas Martínez, Ricardo Vidales Figueroa y Francisco Israel Ybarra Añorve (HVE).

Cada uno de ellos ha seguido un camino vocacional particular, marcado por la gracia, los desafíos personales y el deseo de servir a Dios y a su Iglesia. Estas son sus historias.

Juan Adrián Vargas Martínez. Foto: Luis Aldana

Juan Adrián Vargas Martínez

Originario de la Ciudad de México, Juan Adrián recuerda que su llamado nació siendo monaguillo. Cada vez que veía al sacerdote celebrar la Misa, algo profundo se movía en su interior: “Me imaginaba ahí, en el altar. Ahora me estremezco tan sólo pensar que el Señor es quien actuará a través de mí”.

El acompañamiento cercano de sacerdotes que conoció en su parroquia, así como la fe de su familia, lo ayudaron a discernir con claridad su vocación. No fue un camino sin dudas ni luchas, pero siempre supo que confiar en Dios lo llevaría por senderos más grandes de lo que podía imaginar. “Con frecuencia pensaba que no era digno, pero el Señor no llama a los perfectos, sino a los disponibles”.

Hoy, a las puertas de su ordenación, vive con emoción y esperanza esta nueva etapa: “Quiero que todos sepan que Dios sorprende y desborda nuestras expectativas. La alegría que siento no se compara con nada. Él me ha elegido y me sostiene”.

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César Augusto Garibaldi Peláez. Foto: Luis Aldana.

César Augusto Garibaldi Peláez

Nacido en Acapulco, Guerrero, César Augusto vivió un proceso vocacional lleno de silencios, movimientos interiores y certezas que se iban confirmando con el tiempo. “Dios fue confirmando la inquietud en mi corazón, incluso cuando yo trataba de silenciarla o postergarla”.

El dejar su tierra natal y trasladarse a la Arquidiócesis de México no fue fácil. Supuso un desarraigo, una renuncia a comodidades y afectos. Sin embargo, encontró en esta Iglesia local una riqueza humana y pastoral que lo transformó. “Aquí descubrí la universalidad de la Iglesia. Cada rostro, cada parroquia, cada realidad me enseñó algo del amor de Dios”.

Recibir la ordenación en la Basílica de Guadalupe es para él un signo claro de la fidelidad divina: “Es un regalo de Dios. Todo lo que he vivido en este camino ha valido la pena. Ahora quiero servir con alegría, como servidor de todos”.

Santiago Adame Alemán (CCR). Foto: Luis Aldana.

Santiago Adame Alemán (CCR)

Como parte de la sociedad apostólica de los Cruzados de Cristo Rey (CCR), Santiago creció admirando el sacerdocio a través de figuras como San Juan Pablo II y Benedicto XVI. Desde niño soñaba con celebrar la Eucaristía, pero fue en la vida comunitaria y en la formación espiritual donde esa semilla creció con fuerza.

“En los momentos más duros, cuando dudaba, Dios me mandaba consuelo”, relata. La Virgen María, especialmente, fue su consuelo en los momentos de prueba: “Es como si Dios me mandara a mi madre para sosegar el alma. Me enseñó a confiar, incluso cuando no entendía”.

Su comunidad religiosa ha sido un espacio donde ha crecido como hombre, creyente y futuro pastor. “Mi mayor anhelo es servir con humildad, ser un hombre eucarístico y un apóstol de la esperanza”.

Francisco Israel Ybarra Añorve (HVE). Foto: Luis Aldana.

Francisco Israel Ybarra Añorve (HVE)

Originario de Guerrero, Francisco Israel nunca imaginó que terminaría siendo sacerdote. Su historia vocacional comenzó de forma sencilla y hasta cómica: de niño, se dormía en la Misa. Pero en la adolescencia, al conocer a las hermanas del Verbo Encarnado en su escuela, comenzó a preguntarse qué era ser sacerdote y cómo se podía llegar a serlo.

El acompañamiento espiritual, el ejemplo de religiosas como la madre María del Rayo, y la paz que sintió al conocer el carisma de la Familia Matelana, lo llevaron a ingresar al seminario. Fue discerniendo su vocación paso a paso, sin presiones, hasta comprender que estaba llamado a ser instrumento de Cristo.

En los próximos días, se convertirá en el primer sacerdote de la rama masculina del Verbo Encarnado, en el marco del jubileo por los 400 años de su fundadora, Juana de Mattel. Su anhelo es ser un sacerdote cercano, alegre, y profundamente misionero: “un sacerdote callejero, con olor a oveja”, como decía el Papa Francisco.

Ricardo Vidales Figueroa. Foto: Luis Aldana.

Ricardo Vidales Figueroa

Ricardo describe su vocación como una historia de avances progresivos, pasos firmes y, a veces, retrocesos necesarios. Desde joven se sintió llamado, pero temía no estar a la altura, especialmente en lo académico. “Tenía miedo de no dar el ancho en el seminario, pero Dios me fue mostrando que el amor es más grande que cualquier inseguridad”.

En ese proceso, encontró consuelo en la compañía de sus formadores, amigos y, especialmente, en el apoyo incondicional de su madre, cuya fe y amor lo impulsaron a seguir adelante.

Hoy, está convencido de que Dios lo ha preparado con esmero. “Siento muchos nervios, pero sobre todo gratitud. Quiero que la gente no me vea a mí, sino a Cristo a través de mí. Ser sacerdote es morir a uno mismo para que otros vivan”.

Fernando Barra Hernández. Foto: Luis Aldana

Fernando Barra Hernández

Originario de la Ciudad de México, Fernando descubrió su vocación gracias a la influencia de un sacerdote cuya fe viva y ejemplo cristiano lo impactaron profundamente. “Él me ayudó a ver que ser sacerdote no era algo lejano o imposible, sino una forma concreta de vivir el amor de Dios”.

En el seminario, enfrentó dificultades académicas, especialmente durante los primeros años. Pero con tutorías, apoyo fraterno y la vida comunitaria, fue superando los retos. “El seminario permite ser quien eres y te ayuda a encontrar grandes amigos que se vuelven hermanos”.

Su espiritualidad está marcada por una devoción profunda a María. “El sacerdote debe ser contemplativo como María y activo como Martha”, explica. Su ideal sacerdotal es vivir con intensidad cada Misa: “Quiero celebrar con amor, ternura y emoción, como si fuera la primera”.

Miguel Ángel González Romero. Foto: Luis Aldana

Miguel Ángel González Romero

Miguel Ángel, también de la Ciudad de México, comenzó como monaguillo y servidor de la pastoral juvenil. Su camino al sacerdocio estuvo lleno de sorpresas, viajes y vivencias que forjaron un carácter alegre, cercano y profundamente humano.

“No imaginaba que este llamado llegaría”, reconoce. Parte clave de su vocación fue el proceso de reconciliación interior, especialmente con su padre. “No se puede entregar el corazón a Dios si antes no lo sanas. Fue un camino de lágrimas, pero también de mucha paz”.

Hoy, su mayor anhelo es compartir la fe, pero también la esperanza. “Quiero ser un sacerdote que escucha, que consuela, que acompaña. Que lleva la luz de Cristo a los que creen que ya no hay salida. Esa es mi misión”.



Autor

Periodista con más de 20 años de trayectoria, titulada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. A lo largo de su carrera ha colaborado en reconocidos medios nacionales como Milenio, El Gráfico de El Universal, Revista Alto Nivel y Desde la fe, entre otros. Su trabajo se ha enfocado en temas sociales, culturales y de interés humano, con un compromiso constante por informar con profundidad y sensibilidad.