Recomendación del alma (Oraciones para ayudar a bien morir)
Las "Recomendaciones del alma" son oraciones hechas para brindar paz y consuelo, tanto a la persona que está por fallecer como a sus seres queridos.
Las “Recomendaciones del alma” o “Recomendación del alma” son oraciones hechas para brindar paz y consuelo, tanto a la persona que está por fallecer como a sus seres queridos, ofreciéndoles la oportunidad de encomendar el alma del agonizante a la misericordia de Dios. Deben ser pronunciadas por un sacerdote.
Te recomendamos:
Recomendación del alma
(Tomada del Ritual del sacramento de la Unción de enfermos)
242.
Oraciones
Alma cristiana, al salir de este mundo, marcha en el nombre de Dios Padre todopoderoso, que te creó, en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que murió por ti, en el nombre del Espíritu Santo, que sobre ti descendió.
Entra en el lugar de la paz y que tu morada esté junto a Dios en Sión, la ciudad santa, con Santa María Virgen, Madre de Dios, con San José y todos los ángeles y santos.
243.
Querido hermano, te entrego a Dios, y, como criatura suya, te pongo en sus manos, pues es tu Hacedor, que te formó del polvo de la tierra. Y al dejar esta vida, salgan a tu encuentro la Virgen María y todos los ángeles y santos.
Que Cristo, que sufrió muerte de cruz por ti, te conceda la libertad verdadera. Que Cristo, Hijo de Dios vivo, te aloje en su paraíso. Que Cristo, buen Pastor, te cuente entre sus ovejas. Que te perdone todos los pecados y te agregue al número de sus elegidos. Que puedas contemplar cara a cara a tu Redentor y gozar de la visión de Dios por los siglos de los siglos.
R. Amén.
244.
— Acoge, Señor, en tu reino a tu siervo para que alcance la salvación, que espera de tu misericordia.
R. Amén
— Libra, Señor, a tu siervo de todos sus sufrimientos.
R. Amén.
— Libra, Señor, a tu siervo, como libraste a Noé del diluvio.
R. Amén.
— Libra, Señor, a tu siervo, como libraste a Abrahán del país de los caldeos.
R. Amén.
— Libra, Señor, a tu siervo, como libraste a Job de sus padecimientos.
R. Amén.
— Libra, Señor, a tu siervo, como libraste a Moisés del poder del faraón.
R. Amén.
— Libra, Señor, a tu siervo, como libraste a Daniel de la fosa de los leones.
R. Amén.
— Libra, Señor, a tu siervo, como libraste a los tres jóvenes del horno ardiente y del poder del rey inicuo.
R. Amén.
— Libra, Señor, a tu siervo, como libraste a Susana de la falsa acusación.
R. Amén.
— Libra, Señor, a tu siervo, como libraste a David del rey Saúl y de las manos de Goliat.
R. Amén.
— Libra, Señor, a tu siervo, como libraste a Pedro y Pablo de la cárcel.
R. Amén.
— Libra, Señor, a tu siervo, por Jesús, nuestro Salvador, que por nosotros sufrió muerte cruel y nos obtuvo la vida eterna.
R. Amén.
245.
Señor Jesús, Salvador del mundo, te encomendamos a N. y te rogamos que lo recibas en el gozo de tu reino, pues por él bajaste a la tierra. Y aunque haya pecado en esta vida, nunca negó al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, sino que permaneció en la fe y adoró fielmente al Dios que hizo todas las cosas.
246.
Puede también decirse o cantarse esta antífona:
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y, después de este
destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
247.
Después de que haya expirado, dígase:
R. Vengan en su ayuda, santos de Dios; salgan a su encuentro, ángeles del Señor. Reciban su alma y preséntenla ante el Altísimo.
V. Cristo, que te llamó, te reciba, y los ángeles te conduzcan al regazo de Abrahán.
R. Reciban su alma y preséntenla ante el Altísimo.
V. Dale, Señor, el descanso eterno, y brille para él la luz perpetua. Reciban su alma y preséntenla ante el Altísimo.
Oremos. Te pedimos, Señor, que tu siervo N., muerto ya para este mundo, viva para ti, y que tu amor misericordioso borre los pecados que cometió por fragilidad humana.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.