La Visita Ad Limina
El Episcopado Mexicano está realizando la visita ad limina, encontrándose con el Santo Padre y visitando las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo. Cada cinco años los Obispos diocesanos debe presentar al Romano Pontífice una relación sobre la situación de sus diócesis, y para ello, viajan a Roma al encuentro del Sumo Pontífice y […]
Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México desde el 24 de agosto de 2021. Es el primer obispo mexicano emanado del Camino Neocatecumenal.
El Episcopado Mexicano está realizando la visita ad limina, encontrándose con el Santo Padre y visitando las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo. Cada cinco años los Obispos diocesanos debe presentar al Romano Pontífice una relación sobre la situación de sus diócesis, y para ello, viajan a Roma al encuentro del Sumo Pontífice y a venerar los sepulcros de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, de ahí el nombre que recibe: Visita ad limina o visita ad limina apostolorum, que significa «visita a los umbrales de los apóstoles» (Cf. cann. 399-400 del CIC).
Además de presentar el informe correspondiente, la visita tiene como objetivo poner de manifiesto la comunión entre el Sumo Pontífice y las iglesias particulares.
Aunque no estaba legislada de la forma en que la conocemos actualmente, la visita de Pablo a Pedro en Jerusalén, narrada en Ga 1,18 puede ser considerada como el prototipo o modelo, en el cual, queda manifiesto el encuentro entre estos dos pilares de la evangelización buscando la comunión.
La visita ad limina se convierte en un instrumento y expresión real de la catolicidad de la Iglesia, en el que los sucesores de los Apóstoles se encuentran con el sucesor de Pedro, como parte del Colegio de los Obispos en el lugar del martirio de Pedro. Con esta acción tan sencilla y tan profunda, el Santo Padre se identifica como miembro del Colegio episcopal, y los obispos reconocen que el Sucesor de Pedro es el centro petrino esencial de ese mismo Colegio.
Conlleva un encuentro entre la experiencia de vida y la confesión de fe; así como la unión de los principios personales y comunitarios de la Iglesia.
El gobierno del Pueblo de Dios ha sido confiado a personas concretas y no a una estructura, sin embargo, ambas están ligadas de forma fundamental constituyendo la comunión de la Iglesia. Aunque en sí misma, la visita ad limina no es un acto de colegialidad, sí está inspirada en ese principio, ya que, el intercambio mutuo expresa y edifica la comunión entre un miembro concreto del Colegio episcopal y la Cabeza del mismo.
La finalidad, además de incrementar el sentido de responsabilidad como sucesores de los apóstoles, en comunión con Pedro, ofrece la oportunidad de dar cuenta del estado de la diócesis encomendada a su cuidado y al mismo tiempo aprender sobre los logros y dificultades de la Iglesia universal, y recibir consejos y directivas sobre los problemas propios de la diócesis a su cargo.
Hay tres momentos principales en la visita ad limina: El primero es el peregrinaje a las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo. El segundo en el encuentro con el Santo Padre en la que se dialoga sobre el estado de la diócesis, dando la oportunidad al Santo Padre de aprender sobre la realidad de las diversas iglesias, y apoyar a cada obispo en su misión.
El tercer momento es el encuentro con los diversos dicasterios de la Santa Sede en la que los obispos pueden plantear situaciones particulares y recibir consejos, o bien, responder a particulares planteados por los organismos de la Santa Sede.
El episcopado mexicano ha sido convocado a esta visita dividiéndolos en tres grupos, la parte norte del país ha tenido el encuentro a finales del mes de abril, el segundo grupo realizará la visita en el mes de junio, y el tercer grupo en el mes de julio. Peregrinemos junto con nuestros pastores al encuentro de Pedro, unidos en la oración, para que el Espíritu Santo dé muchos frutos en estas visitas, y sigamos caminando con un solo corazón y una sola alma.
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