Uno por ciento
¿será que tenemos obligaciones en las que deberíamos cumplir al 100% y nos estamos conformando con lo menos?
Compré un refresco embotellado que anunciaba orgullosamente en su etiqueta: “Contiene jugo de frutas”. Invitado por la frase, me dio curiosidad leer qué más contenía y al revisar su lista de ingredientes me llevé la sorpresa de que además de los consabidos colorantes y saborizantes artificiales efectivamente sí contenía jugo, pero en un insignificante 1%.
Volví a observar la etiqueta y constaté que no me había equivocado, decía tal cual que contenía jugo de frutas, pero sin especificar el porcentaje. Era hasta ver las letras chiquitas (si es que las veía) que el consumidor podía enterarse de la cantidad real.
Matemáticamente hablando, la frase es correcta pues basta un 1% para decir que lo contiene, aunque se pensaría que se puede tratar casi de un engaño, por lo ínfimo del porcentaje, lo cual a su vez nos podría llevar a meditar si no vamos por la vida con actitudes engañosas que acallan nuestra conciencia.
Un regalo el día de cumpleaños no llena el vacío en un niño que se siente abandonado todo el resto del año; ni una licuadora con un moño rojo que se regala el Día de las Madres cubre el olvido cotidiano.
¿Podrá borrar un ramo de rosas por el cumpleaños el maltrato recibido los otros 364 días? ¿Una limosna ocasional nos hace ser buenos y nos libera de nuestras deudas?
Dar el mínimo y acostumbrarse a ello llega a ser una de las más tristes conductas en el ser humano. Revisemos, ¿será que tenemos obligaciones en las que deberíamos cumplir al 100% y nos estamos conformando con lo menos?
Leer: No es mi problema