¿Y mañana qué?
El demonio muchas veces nos ofrece “comprarnos todas las naranjas” con tentaciones que nos invitan a pecar ahora y ya después a ver que pasa.
Cuando era niño, escuché esta historia: En un lejano pueblito, una mujer humilde vendía naranjas. Un turista adinerado la abordó y le dijo que le compraba todas sus naranjas. La vendedora se negó, pues si lo hacía ¿después que vendería?
Muchas veces volví a escuchar la historia bajo el mismo contexto, siempre con comentarios de burla hacia vendedora, por su aparente falta de visión.
Pasaron los años y con el tiempo me volví consultor, y notando muchas veces la falta de visión de largo plazo en algunas personas que tomaron decisiones que parecían muy buenas en el momento, pero que al paso del tiempo resultaron ser muy malas.
Con base en ello, un día que recordé la historia de la vendedora de naranjas, la analicé desde el largo plazo y me di cuenta que no estaba equivocada. Si el turista le compraba todas las naranjas y ella no le podía vender a sus clientes habituales, estos podrían irse con sus competidores y se arriesgaba a perderlos. Haría una venta fuerte, que jamás se repetiría, pero corría el riesgo de perder muchas ventas pequeñas, pero constantes. Al final, perdería
El demonio muchas veces nos ofrece “comprarnos todas las naranjas” con tentaciones que nos invitan a pecar ahora y ya después a ver que pasa. Parece un trato muy atractivo, pero en realidad muy malo.
Todos estamos en riesgo de perder el Cielo si nos descuidamos y caemos en el engaño de que solamente existe el aquí y el ahora. Caer en la seducción del mal es un gran riesgo para quien piensa que no hay un mañana.
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