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COLUMNA

Que nadie se quede fuera

Figura de yeso 

Después de la guerra, cuando los tanques y bombas ya habían destruido las ciudades del país, entraron los soldados y encontraron todo desierto

19 abril, 2024
POR:
Autor

Es Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Monterrey. 

Después de la guerra, cuando los tanques y bombas ya habían destruido las ciudades del país, entraron los soldados y encontraron todo desierto. 

Los pocos defensores que habían quedado habían huido, y la gente que pudo, confundida, aturdida, angustiada y herida, también se había marchado. Solo quedaba una sola persona, sentada en medio de las ruinas, y al preguntarle el soldado invasor: 

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  • ¿Quién es usted? – Respondió: 
  • “Soy el obispo”.
  • ¿Y qué diablos hace aquí? 
  • Contemplo y oro ante las ruinas de esta amada tierra que custodié y bendije… 
  • Por lo visto no la cuidó bien.
  • Ese es mi pecado, y por eso pido perdón a Dios. 

Y después de la guerra, cuando los tanques y bombas ya habían destruido las ciudades del país, entraron los soldados y encontraron todo desierto.



*Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la Fe.




Autor

Es Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Monterrey. 

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