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COLUMNA

Historias ciudadanas

Buenos vecinos

La buena vecindad funciona como una forma de capital social, un conjunto de redes, normas y relaciones de confianza que facilitan la acción colectiva para el beneficio común

11 abril, 2025
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Coordinador del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5 CDMX). 

¿Saludar a la o el vecino? ¿Acompañarle con una taza de café o detenerse a platicar, conocer y compartir inquietudes? Hacer comunidad está más allá de un simple acto de amabilidad, significa construir una red de apoyo útil ante los riesgos o necesidades cotidianas.

En temporada vacacional como la de Semana Santa es fundamental consolidar redes de apoyo comunitario frente a delitos como el robo a casa habitación que, aunque las cifras revelan una destacable disminución, se puede hacer más desde el espacio preventivo.

De acuerdo con los reportes a la línea 9-1-1 del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5) de la Ciudad de México, en el primer trimestre de este año los robos disminuyeron 23.5 por ciento respecto al mismo periodo del 2024.

Y es posible profundizar esa baja en cuanto como comunidad participamos de esquemas preventivos, los cuales requieren vínculos humanos capaces de identificar comportamientos sospechosos, compartir información o, incluso, intervenir en situaciones críticas.

La buena vecindad funciona como una forma de capital social, un conjunto de redes, normas y relaciones de confianza que facilitan la acción colectiva para el beneficio común. Cuando los vecinos se conocen y cuidan mutuamente, es más difícil que un delincuente pase desapercibido.

En este marco, la prevención del robo a casa habitación durante las vacaciones debe pensarse más allá de cerraduras, alarmas o seguros. Si bien esas medidas son importantes, se vuelven más efectivas si están acompañadas por estrategias comunitarias.

Una primera recomendación es organizarse con vecinos, personal de servicio o conserjes para vigilar las casas deshabitadas. Esto puede ser tan simple como que alguien recoja el correo, encienda luces durante la noche o estacione un auto en la entrada para simular presencia.

Otra medida útil es crear chats de mensajería vecinal para alertar en tiempo real sobre movimientos extraños.

Todo esto parte de una premisa básica: hay que conocer al vecino. Y aquí radica uno de los grandes retos de la vida contemporánea. Hay que reconstruir esa red invisible, pero poderosa que protege, disuade y responde.

La verdadera seguridad empieza cuando podemos mirar alrededor y confiar en los buenos vecinos.


Autor

Coordinador del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5 CDMX).