CXVII Asamblea Plenaria de la CEM

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COLUMNA

Espacios seguros

La importancia de memoria infantil

Procuramos para las niñas y los niños que cada espacio en donde ellos crecen sean seguros, sin la necesidad de una hipervigilancia, a la expectativa de peligro

12 noviembre, 2024

En ocasiones los adultos creemos que los niños pequeños no tienen memoria, que la memoria se empieza a generar en ellos a partir de cierta edad, cuando empiezan a reproducir lo que les decimos, cuando repiten las cosas que no deberían decirle a otros, etcétera; sin embargo, la memoria es un factor de la persona posee y se puede trabajar de manera positiva desde el vientre materno.

Los fetos tienen memoria implícita a las 30 semanas de gestación; seguramente muchos de nosotros no tenemos noción exacta de esos recuerdos, pero nuestros cuerpos sí la tienen. Por lo cual, la alegría, la tranquilidad, el amor, se refleja en ellos; así como el estrés, la angustia, el enojo y la tristeza. Cada uno de estos elementos, permite que el feto reciba una estimulación a base de estresores (cortisol) y esto merma en su desarrollo dentro del vientre y al nacer, cuando mama de su madre.

Hablando acerca de la memoria y como ésta se impregna no sólo en el cerebro, sino en el resto del cuerpo, Barudy dice que la manera de educar niños y niñas con apego seguro, resilientes, en paz, asertivos, es desde el vientre materno y en los brazos, incluso dentro de los seis primeros meses después del nacimiento.

Así pues, procuramos para las niñas y los niños que cada espacio en donde ellos crecen sean seguros, que su memoria corporal y a largo plazo se desarrolle sin la necesidad de una hipervigilancia, a la expectativa de peligro, temor al abandono o al rechazo, es atendiendo sus necesidades desde el momento de su gestación, generando un espacio en el que los estresores sean mínimos.

Por lo anterior, cada cuidador, madre o padre, para promover infancias resilientes, responsables de sí y del resto durante su próxima adultez, necesitan sanar sus propias heridas, reaprender y resignificar las formas de crianza con las que crecieron, identificar aquellos elementos que aprendieron siendo hijos de sus padres sobre el ejercicio de la maternidad y la paternidad, para así ser y promover espacios seguros con límites, respeto y amor.