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COLUMNA

Espacios seguros

La estructura eclesial

La tendencia a minimizar la responsabilidad institucional y centrarse exclusivamente en los individuos involucrados refleja la incapacidad del sistema para autorregularse y corregirse

30 septiembre, 2024

En la Iglesia, el tema de los abusos es una problemática muy compleja que requiere un enfoque profundo. El P. Amadeo Cencini subraya la necesidad de abordar el tema desde una perspectiva sistémica, partiendo de que la Iglesia no puede ser entendida como una suma de individuos aislados, sino como un sistema complejo en el que cada miembro influye en el conjunto.

 

En este contexto, los abusos sexuales cometidos por algunos sacerdotes, religiosos o miembros de la Iglesia no deben considerarse únicamente como actos individuales, sino como síntomas dentro del sistema eclesial. La tendencia a minimizar la responsabilidad institucional y centrarse exclusivamente en los individuos involucrados refleja la incapacidad del sistema para autorregularse y corregirse.

Hay dos ejemplos de sistemas eclesiales no saludables que suelen manifestarse dentro de la Iglesia: la cultura del silencio y la jerarquía autoritaria sin rendición de cuentas.

El enfoque sistémico propuesto sugiere que la responsabilidad de los abusos no recae únicamente en los perpetradores, sino también en la estructura eclesial que, consciente o inconscientemente, ha permitido que estos actos ocurran. Este sistema debe ser capaz de autoevaluarse y realizar cambios profundos en su cultura, en sus relaciones y en sus estructuras de poder.

La implicación es clara: para resolver la crisis de abusos, la Iglesia debe transformarse desde dentro, fomentando una cultura de transparencia, responsabilidad, cuidado mutuo y cultura del buen trato.

Este enfoque busca prevenir futuras transgresiones mediante una reforma sistémica integral y sancionar a los agresores adecuadamente.

Como ha señalado el Papa Francisco, “No basta con pedir perdón; la realidad exige que nos hagamos cargo del sufrimiento y que busquemos juntos medidas concretas para erradicar esta cultura de muerte” (Carta al Pueblo de Dios, 2018).