Dios en el centro
Crecer como persona ensancha la capacidad de amar; hacerte cargo del corazón y cuidado de tu esposo es un camino de vida hermoso.
Alejandro y yo tuvimos un noviazgo que duró cuatro años y cuatro meses; empezó el día de mi cumpleaños número 19, y fue un regalo precioso que yo deseaba.
Debo confesar que desde que vi por primera vez a Alejandro sentí algo diferente, especial. A los pocos meses de nuestro noviazgo supe que podía pasar el resto de mi vida con él. Más o menos al año de novios, Alejandro fue a un retiro kerigmático y llegó transformado, como si mi hubieran cambiado de
novio, y este nuevo Alejandro me gustaba aún más; no sabía de qué se trataba lo que había vivido, pero yo quería vivir lo mismo, y ahí encontré también a Dios.
A partir de ahí decidimos ponerlo en el centro de nuestro noviazgo: los dos supimos que el casarnos sería sólo si Él estaba con nosotros. Como Matrimonio hemos tenido muchas bendiciones. Creo que el Matrimonio, además de una vocación, es ya una bendición, porque encontrar y amar a alguien que te
ame de igual manera no es fácil, y si a eso agregamos que podemos aspirar a invitar al Hijo de Dios a formar parte de nuestro Matrimonio es un milagro. Nuestros hijos también son una gran bendición.
El amor y el apoyo de nuestra familia extendida, la salud, la fe que compartimos como esposos y el trabajo para Dios que realizamos en la Pastoral de Adultos y Familia también son, sin duda, grandes bendiciones.
Verdaderamente vale la pena vivir en Matrimonio. Es hermoso caminar acompañado, compartir los sueños y anhelos, haciendo propios los anhelos de tu esposo y viendo cómo él apoya los tuyos. El compromiso y la donación que implica el Matrimonio te hace crecer en el amor, madurar en el amor.
Crecer como persona ensancha la capacidad de amar; hacerte cargo del corazón y cuidado de tu esposo es un camino de vida hermoso, y lo más bello es caminarlo de la mano de Dios mismo, que se compromete con nosotros y forma parte del Matrimonio, ya que Él también aporta detalles, cuidados. Es Él quien sostiene, ayuda y auxilia a nuestro Matrimonio.