Parábola de la siembra y la cosecha, ¿qué aspectos recalca Jesús?
Toda parábola usa elementos físicos o situaciones comunes, que todo mundo entiende, para hablar de un fondo o contenido teórico.
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha”. Les dijo también: “¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra”. Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado. (Mc 4, 26-29)
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De esto nos habla la parábola de la siembra y la cosecha
El modo que los judíos tienen de desarrollar sus conocimientos es con base en ejemplificaciones de cosas concretas, muy a diferencia de lo que hacían los griegos que solían desarrollar más el pensamiento abstracto conocido también como dialéctica metafísica.
Los libros sapienciales hebreos conocen la forma sapiencial más breve y concisa que es el dicho o proverbio, el cual en pocas palabras expresa verdades profundas y muy prácticas. Cerca de la época de nuestro Señor Jesucristo, también se desarrolló el arte de los relatos o narraciones para transmitir enseñanzas.
Tenemos por ejemplo, el libro de Tobías, el libro de Rut o de Ester. Algunos de ellos no son reconocidos como libros sagrados por los mismos judíos. Jesús, muy en consonancia con la época ocupó relatos o narraciones breves conocidas como parábolas, que literalmente significan comparaciones.
El punto de partida de las parábolas es el uso de elementos físicos o situaciones humanas comunes, que todo mundo entiende. Y el fondo o contenido teórico es lo que se pretende entiendan los oyentes a partir de la comparación. Veamos la parábola de la siembra:
El sembrador representa a cualquier ser humano, no a Dios como en la parábola de las semillas esparcidas en distintos tipos de terreno.
La semilla representa al Reino de los Cielos. El hecho de que pase el tiempo y ocurra el crecimiento de la semilla, primero como plantita, después surja la espiga y al fin venga el momento de la cosecha indica que el Reino de Dios tiene poder por sí mismo para desarrollarse.
El ser humano, representado por el agricultor, no sabe cómo suceda esto, pero Dios sí lo conoce. Jesús acentúa que al final del proceso, ha llegado el tiempo de la cosecha y hay que meter la hoz para concluirlo.
Es por este acento que algunos intérpretes de esta parábola decían que originalmente se dirigía a hablar sobre las realidades últimas, y no tanto a ser una parábola del Reino. Pero tal como la leemos en el Evangelio de san Marcos, y por estar en paralelismo con la de la semilla de mostaza, Jesús está enseñándonos algún aspecto específico del Reino de Dios para nuestro provecho.