El amor a Jesús tiene prioridad sobre cualquier otro afecto
La correcta interpretación de las palabras del Señor que usan la hipérbole requiere el conocimiento del comportamiento y la enseñanza que Jesús expresó toda su vida
En este camino de subida a Jerusalén, donde el evangelista san Lucas, condensa la mayor cantidad de discursos, parábolas y anécdotas de Jesús encontramos no pocas veces el recurso a la exageración.
A este recurso estilístico literario se le llama “hipérbole”. Jesús usó hipérboles de muchos tipos, por ejemplo: para indicar la gravedad de impedir el pecado dijo “si tu mano es ocasión de pecado, córtatela” (Mt 5,30), “más valiera que alguien se colgara una piedra de molino al cuello, que ser ocasión de escándalo para uno de estos pequeños” (cfr. Mc 9,42) de estas dos enseñanzas nadie, en su sano juicio ha interpretado que Jesús estaba a favor de la mutilación o el suicidio.
La correcta interpretación radica en comprender la urgencia y la gravedad de evitar el pecado. Lo mismo podemos observar en el campo de las emociones y sentimientos: “si alguien viene a mí y no odia a su padre…, no es digno de mí” (Lc 14,25) el odio del que habla Jesús en este pasaje es una hipérbole que nos recuerda el primer mandamiento de la Ley mosaica: “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu mente…” (cfr. Dt 6,5), por tanto habría que interpretar correctamente que el amor a Jesús tiene prioridad sobre cualquier otro afecto de este mundo, aunque se trate de la propia familia y la propia persona.
Podemos entonces llegar al punto de preguntaa nos ¿Esta hipérbole como otras tantas que usó el Señor Jesús se pueden mal interpretar? La respuesta es que sí. La correcta interpretación de las palabras del Señor que usan la hipérbole requiere el conocimiento del comportamiento y la enseñanza que Jesús expresó a lo largo de toda su vida, además de tener en cuenta que su marco de referencia moral y religioso proviene del Antiguo Testamento.