El discurso de odio
México necesita un gobierno que trabaje y respete a todos sus ciudadanos y no un gobierno que manipula y divide por sus mezquinos motivos electorales
Comisionado de la Doctrina de la Fe en la Arquidiócesis Primada de México y miembro de la Comisión Teológica Internacional (CTI). Es director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano y fue rector de la Universidad Pontificia de México, cargo que ocupó durante tres trienios.
Hace unas semanas hubo un intento fallido para legislar en México contra de la libertad religiosa y, al mismo tiempo contra la libertad de expresión, mediante una iniciativa de Reforma legislativa presentada por un diputado del partido oficial.
La esencia de su propuesta era controlar la comunicación de la Iglesia y de la demás Asociaciones Religiosas en los medios digitales y las redes sociales, quedando bajo la supervisión de un organismo de la Secretaría de Gobernación. La razón de esta medida, declaró el diputado de marras, que naturalmente no se maneja solo, es para “evitar el discurso de odio”.
De acuerdo con esto resulta que son las instituciones religiosas de nuestro país las que se dedican a sembrar discursos de odio en la sociedad, cuando lo que ha hecho la Iglesia católica es proponer a lo largo de todo el país y en los distintos ambientes, el Diálogo por la Paz para superar el clima de violencia generado por el crimen organizado y tolerado por las autoridades del gobierno federal durante los últimos siete años.
Si alguien ha propiciado el discurso de odio y ha dividido a la sociedad mexicana es precisamente la corriente política de la mal llamada “cuarta transformación”. Desde que fue candidato el líder de ese movimiento y durante sus años de gobierno, no dejó de exacerbar todos los días el resentimiento para crear un ambiente de polarización y enfrentamiento social.
La llegada de la primera mujer a la presidencia de la República era el momento oportuno para cambiar este ambiente de división y abrir caminos para la reconciliación social. Sin embargo, ha sido decepcionante contemplar cómo ella ha seguido puntualmente el mismo método de hablar todos los días para denostar a más de la mitad de los ciudadanos que no comparten sus posturas de gobierno y descalificar continuamente a personas y grupos que no son de su partido.
El discurso de odio ha sido sembrado por este grupo político generando incluso mayor violencia y asesinatos en la sociedad. El descontento comienza a manifestarse en todos los sectores sociales, incluyendo a los jóvenes: México necesita un gobierno que trabaje y respete a todos sus ciudadanos y no un gobierno que manipula y divide por sus mezquinos motivos electorales.
o

