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COLUMNA

Comentario al Evangelio

Lecturas de la Misa del 26 de noviembre 2023 y comentario al Evangelio

El poder de Dios supera tanto al poder humano, que hasta llegamos a pensar que no es real.

23 noviembre, 2023
Lecturas de la Misa del 26 de noviembre 2023 y comentario al Evangelio
Viva Cristo Rey.

Estas son las lecturas de la Misa dominical del 26 de noviembre 2023:

Primera lectura (Ez 34, 11-12. 15-17)

Esto dice el Señor Dios: “Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y velaré por ellas. Así como un pastor vela por su rebaño cuando las ovejas se encuentran dispersas, así velaré yo por mis ovejas e iré por ellas a todos los lugares por donde se dispersaron un día de niebla y oscuridad.

Yo mismo apacentaré a mis ovejas, yo mismo las haré reposar, dice el Señor Dios. Buscaré a la oveja perdida y haré volver a la descarriada; curaré a la herida, robusteceré a la débil, y a la que está gorda y fuerte, la cuidaré. Yo las apacentaré con justicia.

En cuanto a ti, rebaño mío, he aquí que yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos”.

Segunda lectura (1 Co 15, 20-26. 28)

Hermanos: Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la resurrección de los muertos.

En efecto, así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida; pero cada uno en su orden: primero Cristo, como primicia; después, a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo.

Enseguida será la consumación, cuando, después de haber aniquilado todos los poderes del mal, Cristo entregue el Reino a su Padre. Porque él tiene que reinar hasta que el Padre ponga bajo sus pies a todos sus enemigos. El último de los enemigos en ser aniquilado, será la muerte. Al final, cuando todo se le haya sometido, Cristo mismo se someterá al Padre, y así Dios será todo en todas las cosas.

Evangelio del 26 de noviembre

Evangelio según san Mateo (Mt 25, 31-46)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron’.

Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron’.

Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?‘ Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo’. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”.

Comentario al Evangelio: El poder del Rey

Nuestro Señor Jesucristo, estando ante Poncio Pilato, dijo: “Mi reino no es de este mundo, si así lo fuera mis partidarios hubieran luchado para evitar caer en manos de los judíos. Pero, mi reino no es de aquí”.
Resulta muy difícil comprender en qué sentido decimos que Cristo es nuestro Rey, pues el modo de ser del reinado de Nuestro Señor no tiene su origen en el poder humano.

Quien ejerce el reino en este mundo lo recibe por derecho de linaje, de elección popular, o bien por la vía de la violencia. Pero el Señor, aún siendo de linaje davídico, nunca reclamó ese derecho. Ciertamente, Jesús no fue elegido en las urnas ni recurrió a un golpe de Estado para hacerse con el poder. Jesús murió, fue contado entre los malhechores, como el último de la sociedad en la que vivía.

Tampoco es cuestión de tiempo, como podría mal interpretarse a partir de algunos textos, como si en el futuro Dios fuera a tomar la revancha, la venganza, y entonces por pura violencia se hiciera con el poder.

Y es que el poder de Dios supera tanto al poder humano, que hasta llegamos a pensar que no es real. Nuestro mal uso de la vida y de los dones, así como del ejercicio de la autoridad, no mellan en absoluto
la soberanía de Dios. De todas formas, cuando llegue el momento oportuno se habrá de manifestar gloriosamente y podrá todo en su justo lugar. Por lo que toca al ejercicio de su presencia en este mundo, el Señor Jesús lo expresa con toda claridad: “lo que hiciste a uno de estos más pequeños de mis hermanos, conmigo lo hiciste”. Así es que nos toca reconocer a nuestro Rey en los más necesitados que están en torno a nosotros, así es como nos haremos herederos del Reino prometido por Dios a nosotros.