Evangelio y lecturas de la Misa del domingo 27 de octubre 2024
A la pregunta que le hizo Jesús sobre qué quería que hiciera por él, el ciego Bartimeo le contestó que quería ver. Jesús le dijo: “Anda, tu fe te ha curado”. Y al momento recobró la vista.
Estas son las Lecturas, el Salmo y el Evangelio de la Misa dominical del 27 de octubre 2024. ¡Conócelas!
Lecturas y Evangelio del 27 de octubre de 2024
- Primera Lectura: del Libro de Jeremías (31, 7-9).
- Salmo: (125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6).
- Segunda Lectura: de la carta a los Hebreos (5, 1-6).
- Evangelio del día: Evangelio según San Marcos (10, 46-52).
Primera Lectura
Lectura del libro de Jeremías (31, 7-9)
Así dice el Señor: “Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos; proclamad, alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel. Mirad que yo os traeré del país del norte, os congregaré de los confines de la tierra. Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud retorna. Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos; los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán. Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito”.
Palabra de Dios.
Salmo
Salmo (125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6)
R/. El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.
Hasta los gentiles decían:
“El Señor ha estado grande con ellos”.
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (5, 1-6)
Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: “Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy”. O, como dice otro pasaje de la Escritura: “Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec”.
Palabra de Dios.
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Marcos (10, 46-52)
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: “Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí”.
Muchos lo regañaban para que se callara.
Pero él gritaba más: “Hijo de David, ten compasión de mí”.
Jesús se detuvo y dijo: “Llamadlo”.
Llamaron al ciego, diciéndole: “Ánimo, levántate, que te llama”.
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: “¿Qué quieres que haga por ti?”.
El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver”.
Jesús le dijo: “Anda, tu fe te ha curado”.
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Palabra del Señor.
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Comentario al Evangelio: ¿Qué quieres que haga por ti?
Nos acercamos ya al final del ciclo litúrgico, así como Jesús también en su camino a
Jerusalén se acercaba a su pasión, muerte y resurrección. Después de varios domingos en
que la temática es la educación de los discípulos, este domingo volvemos al relato de un
milagro.
Bartimeo, reconoce a Jesús como el mesías, por ello le dice “hijo de David”. Un detalle poco usual en relatos de milagro es que Jesús le preguntara a la persona ¿Qué quieres que haga por ti?
En este relato Jesús lo pregunta, no sabemos si por las mismas circunstancias de la distancia y la muchedumbre que envolvía a Jesús tanto como a Bartimeo, o por dar la oportunidad al enfermo de expresar su fe.
Como sea, Jesús sana a aquel hombre y éste le siguió. El detalle del seguimiento también nos llama la atención, pues la gran mayoría de beneficiarios de un milagro se hacían seguidores de Jesús.
Algunos contrariamente a lo que les pedía el Señor, de ser discretos, se convertían en proclamadores de su sanación en poblados y alrededores. El contexto de este milagro, sin embargo, ya muy cerca del final del ministerio del Señor nos muestra la consistencia de su vida dando signos de la cercanía del Reino. Y también nos muestra, cómo Jesús ya era reconocido por muchos como el mesías.