Evangelio 3 de septiembre 2023: Que tome su cruz y me siga
Los anuncios de la Pasión no sólo nos informan lo que ocurrirá con el Señor, sino también sobre nuestra participación en su obra de salvación.
Evangelio 3 de septiembre 2023, según san Mateo (16, 21-27)
En aquel tiempo, comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».
Entonces dijo a los discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»
Que tome su cruz y me siga
Jesús, Consciente de lo que le espera en Jerusalén, no lo rehúye, más aún, lo anuncia a sus discípulos para que puedan no sólo enterarse de lo que ha de suceder, sino para que participen en ello con su propia vida. La noticia es incomprensible. Lo constatamos en Pedro, y de la misma perplejidad participa el resto de los discípulos.
Igual desconcierto genera incluso entre quienes ya nos decimos cristianos, por más que hayamos escuchado su enseñanza. El intento disuasivo de Pedro es el mismo argumento que empleamos cuando queremos evadir las dificultades de la fe.
Sinceras almas piadosas se arrodillan ante el Crucifijo suplicando ser liberadas del suplicio. Es una súplica válida. La escuchamos del mismo Jesús, en el huerto. El sufrimiento del inocente reviste un carácter absurdo, ante el que nos rebelamos. Sin embargo, la última palabra de Jesús confirma el modo como Dios recrea desde los aparentes fracasos nuestra plenitud.
En el Evangelio de este 3 de septiembre 2023, Jesús nos invita a asumir nuestra condición de seguidores suyos. El que quiera ir con Él, ha de tomar su propia cruz y seguirlo. La invitación contiene una promesa de plenitud, pero no escatima la dificultad.
Los anuncios de la Pasión no sólo nos informan lo que ocurrirá con el Señor, sino también sobre nuestra participación en su obra de salvación. La contradicción de la muerte para alcanzar la vida es también
la ruta del discípulo. Por difícil que resulte asumirlo, es la garantía que nos asocia a la vida plena del Señor. Más aún, desde la propia vida, la cruz es un privilegio de asimilación no sencilla. A lo largo de la existencia, son múltiples las formas de negación, de abnegación y sacrificio que vamos realizando. Pero la promesa es inequívoca: al final recibiremos lo que merecen nuestras obras. Esperamos presentar ante el Señor obras buenas, en las que su propia entrega de amor se vea reflejada, en las condiciones de nuestra propia historia. Como corresponde a los auténticos seguidores de Jesús.
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