¿Puede ChatGPT sustituir a la voz del Espíritu Santo?
Cada vez más personas buscan sentido y consuelo en herramientas como ChatGPT. ¿Qué hay detrás de esta tendencia y cómo distinguir entre la guía de Dios y una respuesta artificial?
Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad del Valle de México y está certificada como Coach Ontológico por parte del Tecnológico de Monterrey CEM. También tiene una especialidad en Logoterapia por parte del Instituto Mexicano de Tanatología. Instructor y facilitador en temas de desarrollo humano y empresarial, tales como: Sentido de Vida y Trabajo, Inteligencia emocional, Liderazgo, Coaching, Comunicación Asertiva, entre otros. Actualmente es Socia Fundadora de Sensum, empresa especializada en estrategias de sentido para empresas y personas.
Recientemente, se publicó un artículo en la revista “Rolling Stone” que habla sobre una “Psicosis inducida por ChatGPT”, la cual expone una tendencia creciente de casos en los que las personas buscan respuestas sobre Dios, “la verdad”, “misiones sagradas”, o incluso, aseguran que este modelo “es Dios”, y como consecuencia están entrando en un estado delirante y fuera de la realidad.
ChatGPT es una aplicación que puede simular una conversación humana con usuarios a través de texto o voz, utilizando la inteligencia artificial (IA) para entender las preguntas y ofrecer respuesta personalizadas.
No obstante, se trata de un modelo que está entrenado con enormes cantidades de información, la cual no necesariamente viene de fuentes confiables y datos comprobados y actualizados, además de que es factible que en ocasiones haya malinterpretación de información y se establezcan conexiones que no tienen sentido en la realidad.
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Esta es una situación muy alarmante y riesgosa si tomamos en cuenta las tristes consecuencias que puede traer en la vida de una persona que no tenga suficiente claridad y una fe fortalecida.
Es un reflejo de diversos fenómenos, empezando por una búsqueda incesante de sentido y respuestas que nos ayuden a llenar un vacío existencial (¿para qué estoy en este mundo?), por otra parte, nos hablan de una necesidad de Dios, pero mal enfocada, que parte del desconocimiento y la brecha que se extiende entre las personas y la Iglesia como la fuente encargada de de elaborar, impartir y propagar la enseñanza cristiana.
¿Por qué puede resultar tan atractiva para algunas personas tener interacciones de este tipo? Tal vez porque los hace sentir más cerca de Dios o de la “verdad” absoluta; sentirse especiales, elegidos, y no sólo eso, sino que pueden escucharlo de viva voz, pueden ser estas las palabras más alentadoras que han escuchado en toda su vida, y además les da acceso de forma inmediata a un “Dios a la medida” de sus sueños y necesidades.
Sin embargo, Dios va mucho más allá de lo que queremos escuchar y de lo que nuestra mente puede siquiera entender. Si la inteligencia del hombre, que fue creada por el mismo Dios, tiene esta limitación, que tan limitada estará entonces la inteligencia artificial, que fue creada por el hombre.
Rescatemos entonces lo positivo de esta situación: es real que el hombre busca y necesita a Dios, como también lo es que Dios está ahí esperándonos, sólo que debemos de hacerlo por los medios correctos, aquellos que el mismo Jesucristo nos dejó cuando fundó la Iglesia, es decir los santos sacramentos, la palabra de Dios reflejada en los Evangelios, la oración y el testimonio de todos los santos, por mencionar algunos.
Entonces… ¿cómo podríamos obtener esas respuestas y acercarnos a Dios desde la mirada religiosa y espiritual, más allá del mundo digital?
1. El Espíritu Santo como fuente de Sabiduría
El Espíritu Santo es nuestra principal fuente de sabiduría, conocimiento y entendimiento, pero hay que invocarlo, pedirle con fe y esperanza que nos brinde sus dones para comprender los misterios de la fe y que aumente en nosotros el hambre de conocer la Verdad.
Encuéntralo en el silencio, más allá de los mares de información en los que hoy en día vivimos inmersos. Es la dulce morada en la que podemos ser inspirados y sentir la presencia de Dios, llenarnos del amor entre el Padre y el Hijo, y habitar en un espacio de paz en el que desaparece la sensación de vacío y donde cobra sentido el sin sentido.
Recurre al Espíritu Santo si lo que quieres es entender a Dios, pídele que te ilumine, que te llene de sus dones y te permita vivir en la plenitud de su presencia. Él siempre está con nosotros, nos consuela y nos guía, seamos dóciles a sus inspiraciones. Vivamos la experiencia del Espíritu Santo, prueba fiel de que Dios siempre está con nosotros.
“Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20).
2. La oración: tecnología milenaria de comunicación directa con Dios
Está al alcance de todos y, sin embargo, ha sido tristemente subutilizada. Nos cuesta mucho trabajo orar, será tal vez porque no podemos verlo o tocarlo; no hay una voz robotizada que podamos escuchar o una respuesta inmediata a nuestras peticiones, preguntas e inquietudes.
Sin embargo, es precisamente la oración similar a ese “click” que nace por nuestra curiosidad y por nuestra hambre de conexión con Dios. Es el “scrolling” que nos permite obtener más de nuestro Señor, ir más profundo y acercarnos más a la Verdad, la única capaz de saciarnos y de llenarnos de paz, esa paz que no se acaba y que nos fortalece para enfrentar cualquier adversidad que se cruce en nuestro camino.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6).
3. Dios está en nuestros hermanos más necesitados
Una charla con “ChatGPT Jesús” no nos pone en la presencia verdadera del Señor. Jesús nos dijo como es que podemos verlo, sentirlo y de paso alcanzar nuestra salvación. Busquemos a Dios en acciones de caridad y compasión hacia nuestros hermanos; evitemos los pecados de omisión y esforcémonos por agradarle a Dios desde la convicción de que Él se encuentra en el rostro de los más necesitados.
“Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” (Mt 25, 35-36).
Dios nos habla a través del Evangelio, pero requiere de nuestra voluntad para meditar su palabra y llevarlo a nuestra vida diaria. Él nunca se impone, pero siempre nos llama, nos busca y nos espera, está siempre dispuesto a escucharnos y a respondernos, pero para eso debemos abrir los ojos y oídos del alma y empeñarnos en su búsqueda, aun cuando a veces parezca que “no hay señal” … a Dios jamás se le caerá el sistema.
Pídele que aumente tu fe y que te ayude a confiar en Él, aún, cuando no te es posible entender. No podremos saber todo de Dios, pero para llenarnos de Él no necesitamos comprenderlo desde el conocimiento, sino desde la humildad de aceptar que estamos limitados, que nuestra inteligencia está topada ante su grandeza y que sólo un espíritu dócil a su voluntad será capaz de acercarse y quedarse en su presencia.