Por un Pacto Educativo Global
El más grande servicio que puede hacer la Iglesia al ser humano es educarlo.
El próximo 14 de mayo, el Papa Francisco impulsará un acuerdo mundial entre líderes de organismos internacionales, académicos, gobernantes y líderes de otras iglesias, que ha llamado Pacto Educativo Global, con el objetivo de promover una educación mucho más solidaria, pero sobre todo que responda a las necesidades y urgencias fundamentales de todo ser humano.
Este es, sin duda, un hecho inédito, valiente e interesante. El llamado del Santo Padre es muy congruente con lo expresado en su querida y última encíclica social, Laudato Si’, que lleva por subtítulo ‘El cuidado de la casa común’, así como con todo lo que ha impulsado en materia educativa a través de temáticas como: la emergencia educativa, la emergencia antropológica, educar para un humanismo solidario, varón y mujer les creó.
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Es muy oportuno hacer un Pacto para impulsar una “aldea educativa”, es decir, que todas las instituciones comprendan que en su razón de ser está el formar al ser humano. No hay recurso natural más importante en el planeta que cada persona, único ser consciente capaz de darse cuenta de que su primera tarea es el cuidado de la vida humana, y que implica muchas cosas: amor, responsabilidad, libertad, justicia, familia, educación, cultura, trabajo, religión, deporte, ambiente natural y social, desarrollo humano…
En el fondo, la intención del Papa Francisco es muy similar a la de los Obispos de México, con la publicación, hace siete años del documento: ‘Educar para una nueva sociedad’, que contiene algunas reflexiones y orientaciones sobre la Educación en México y que, por cierto buscó impulsar ya una “sinergia educativa”. Por cierto, el Señor Cardenal, Arzobispo Primado de México, Carlos Aguiar Retes, en su calidad de Presidente de la CEM, fue uno de sus principales impulsores, junto con el actual Arzobispo de León, Mons. Alfonso Cortés Contreras.
El más grande servicio que puede hacer la Iglesia al ser humano es educarlo. “Evangelizar, es educar y educar es evangelizar”, dijeron los obispos en Santo Domingo.
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La Iglesia, como Madre y Maestra, no puede estar ajena, desinteresarse de los procesos educativos que no sólo ocurre en la escuela, sino en todas las interacciones humanas. En pleno ejercicio de la libertad religiosa, la Iglesia debe colaborar y promover una cultura que respete la vida, promueva todo lo humano, y por supuesto, custodie y desarrolle nuestra casa común.
A siete años de la presentación del documento ‘Educar para una Nueva Sociedad’, la Iglesia en México ha dado pasos significativos en la atención a este mundo fascinante de la educación, que no sólo es el ámbito escolar, sino también el de la familia y el de la sociedad en su conjunto. La realidad nos pide redoblar el paso frente a problemas de inseguridad, medio ambiente, y situación política y económica del país, entre otros.
Muchos obispos, sacerdotes y consagrados han comprendido los nuevos retos de estos tiempos. Educar de manera integral, ofreciendo el mensaje evangélico, “que revela al ser humano lo que éste es, y la grandeza de su propia vocación”. Educar desde la vivencia de la fe, su anuncio y testimonio; educar a los niños, a los jóvenes y adultos, en sus desafíos, contextos y situaciones.
La vida espiritual de toda persona, en síntesis, debe ser acompañada, iluminada y fortalecida con la fe, para que sepa responder ante las situaciones de la existencia, desde un sentido profundo, promotor de la vida en plenitud. Hoy, es esencial enseñar a valorar la dignidad, la grandeza y amplitud de la vida humana, con todas sus implicaciones para que pueda ser respetada y promovida.
No me queda duda de que el Papa Francisco, en el evento mundial del 14 de mayo, acentuará la importancia de impulsar esfuerzos en todas las diócesis del mundo por difundir, armar y ofrecer este Pacto Educativo, en una dinámica de Iglesia en salida, de misión permanente.
*El autor es Secretario Ejecutivo de la Dimensión de Pastoral Educativa y de Cultura de la CEM.
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