Lecciones de santos sobre el Amor y la Amistad
Abramos nuestro corazón para que sea transformado por quien más nos ama, por Él que es el amor más puro e infinito,
Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad del Valle de México y está certificada como Coach Ontológico por parte del Tecnológico de Monterrey CEM. También tiene una especialidad en Logoterapia por parte del Instituto Mexicano de Tanatología. Instructor y facilitador en temas de desarrollo humano y empresarial, tales como: Sentido de Vida y Trabajo, Inteligencia emocional, Liderazgo, Coaching, Comunicación Asertiva, entre otros. Actualmente es Socia Fundadora de Sensum, empresa especializada en estrategias de sentido para empresas y personas.
Más allá del debate sobre si el día de San Valentín se ha convertido en una fecha banal y orientada al consumo, es justo reconocer que tanto el amor como la amistad son virtudes dignas de celebrarse y de fomentarse cuidadosamente en nuestra vida.
Tal como lo expresó Santo Tomás de Aquino: “El amigo es mejor que la honra, y el ser amado, mejor que el ser honrado”.
Pero amar y ser buen amigo puede ser más complejo de lo que parece. Hoy en día, llamamos amigo a cualquier persona con quien sentimos cierta simpatía, y creemos amar o ser amados sin entender que el amor va mucho más allá de un simple sentimiento, sino que se traduce en el sentido último de nuestra existencia. El principio y el fin, el lazo más fuerte que hilvana nuestra relación con Dios y con nuestros hermanos.
Es por eso que te presento algunas ideas que pueden ayudarte a reflexionar sobre tu forma de amar y de ser amigo, de manera que puedas cambiar lo que no te esté funcionando y reforzar lo que sí has logrado hasta ahora.
- Misericordia y Humildad
“Procuremos siempre mirar las virtudes y cosas buenas que viéremos en los otros y tapar sus defectos con nuestros grandes pecados. Tener a todos por mejores que nosotros”. Santa Teresa de Jesús.
Toda relación, ya sea de amor o amistad, tendrá sin excepción momentos de decepción y discordia. Todos somos perfectamente capaces de cometer errores, lastimar a los demás, traicionarlos, ignorarlos, etc.
Sólo Dios es perfecto, así que de esta verdad debemos partir: que siendo Él quien es nos perdona y no nos abandona, entonces ¿quiénes somos nosotros para juzgar a nuestros amigos y hermanos, para castigarlos con nuestro desprecio y sentirnos superiores a ellos cuando se equivocan.
- Una amiga en el cielo
Nuestra Madre, la Virgen María, fue siempre una amiga piadosa y caritativa, así como fue determinada para cuidar de su prima Santa Isabel, durante su embarazo; o cuando pidió a su Hijo Jesucristo que ayudara a sus amigos cuando el vino se terminó en las Bodas de Cana. Tenemos en el cielo una Madre dispuesta a tener esos mismos signos de amor y amistad hacia sus hijos, sólo necesitamos abrirle nuestro corazón para escucharla y tratar de imitarla en su fe y caridad.
El Santo Rosario puede ser ese lazo que nos une cada vez más a Jesús, a través de la intercesión de su Santísima Madre. Santa Teresita del Niños Jesús lo comparaba con “una larga cadena que une el cielo y la tierra, uno de cuyos extremos está en nuestras manos y el otro en las de la Virgen María”.
- Prioridades del corazón
“En la medida en que se ama algo temporal, se pierde el fruto de la caridad”. Santa Clara
De amor todos hablamos. Actualmente, la palabra amor se usa para todo y para todos. “Amo su cabello”, “amo mi coche”, “amo mi nuevo reloj”. No significa que no podamos gozar y disfrutar de los bienes materiales o temporales, sin embargo, debemos de tener mucha claridad sobre el valor que cada cosa tiene y, especialmente, jamás debemos de anteponer nuestra afición a dichos bienes sobre los bienes espirituales y las virtudes que nos podrán conducir al cielo.
- Trabajo constante
“Se aprende a hablar, hablando. A estudiar, estudiando. A trabajar, trabajando. De igual forma se aprende a amar, amando”. San Francisco de Sales
El amor es algo que surge en el acto de amar. Nadie nos enseña cómo hacerlo, simplemente es algo que experimentamos al recibirlo de los demás y al corresponder a éste de forma natural. El amor tendría que ser la base de nuestras acciones, hagamos lo que hagamos este tendría que ser el centro, lo que nos inspira, nos mueve, nos mantiene fuertes y le da sentido a nuestra vida.
No obstante, solemos darlo por sentado. Es común que nos volvamos perezosos en el acto de amar y sólo lo vivamos desde el lenguaje. Decimos amar y/o nos conformamos con escuchar que otros nos aman, sin embargo, hacemos muy poco o prácticamente nada para fomentarlo y hacerlo crecer en nuestras relaciones.
- El amor de Dios todo lo puede en nosotros
“Cuando el amor de Dios obtiene la voluntad del alma produce en ella un insaciable deseo de trabajar por el amado”. San Juan Crisóstomo
Abramos nuestro corazón para que sea transformado por quien más nos ama, por Él que es el amor más puro e infinito, y desde ese nuevo corazón, vivamos nuestras relaciones, buscando dar Gloria a Dios mientras le servimos con nuestra vida y le ayudamos a transformar con nuestro testimonio el corazón de quienes nos rodean.