Las obras de Misericordia en el mundo de hoy
Con las obras de misericordia hacemos la Voluntad de Dios, damos algo nuestro a los demás y el Señor nos promete que nos dará también a nosotros lo que necesitemos.
“Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos alcanzarán misericordia” (Mt. 5, 7)
En un mundo cada vez más individualista y despreocupado por la situación que viven otros seres humanos en lugares en donde el valor del hombre y la mujer así como la dignidad humana son conceptos inexistentes, debemos recordar que como cristianos tenemos la obligación de realizar obras de misericordia, que son aquellas acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales.
Pero, ¿Sabemos cuáles son las acciones que debemos realizar?
Primeramente debemos distinguir dos tipos de obras de misericordia, las espirituales y las corporales. Las obras de misericordia espirituales se han rescatado de los textos bíblicos y de actitudes y enseñanzas del mismo Cristo: el perdón, la corrección fraterna, el consuelo, soportar el sufrimiento, etcétera. Las obras de misericordia corporales surgen en su mayoría de una lista hecha por Jesucristo en su descripción del Juicio Final.
Iniciemos con la descripción de las obras de misericordia espirituales
Dar buen consejo al que lo necesita
Siempre es complejo brindar un consejo a una persona que atraviesa por una situación adversa, pero recuerda que con ayuda del Espíritu Santo se puede solicitar guía en nuestras palabras, nuestro actuar y nuestro pensar, para que todo aquello que aconsejemos sea guiado en función a la voluntad de Dios.
Enseñar al que no sabe
En la actualidad aproximadamente el 6% de la población en México no sabe leer y escribir, además, la deserción escolar es cada vez mayor debido a la falta de oportunidades que tienen las y los jóvenes, pues muchas veces deben elegir entre estudiar y trabajar para poder subsistir. Sin embargo, hay muchas otras cosas que podemos enseñar, compartir nuestro conocimiento, cual sea que este fuere, puede ayudar a otras personas a seguir adelante.
Corregir al que está en error
Muchas veces observamos en redes sociales el comportamiento de nuestras amistades el cual muchas veces no es el correcto, por lo que tenemos el deber de decirles, con cariño y amabilidad, lo que están haciendo mal. Muchas veces no nos damos cuenta de los errores que cometemos, por lo que si una persona nos corrige para bien, hay que tomarlo en cuenta para mejorar siempre en el camino de Dios.
Consolar al triste
En los momentos de incertidumbre siempre es hermoso recibir un abrazo o una palabra de aliento de alguien. Observemos bien el comportamiento de las personas a nuestro alrededor y pensemos en qué nos gustaría que nos dijeran a nosotros en momentos difíciles.
Perdonar las ofensas
¡Qué difícil!, pero si alguien supo perdonar fue Jesús, tanto que cuando Pedro le cuestionó sobre cuántas veces debíamos perdonar a alguien que nos ofendiera respondió: “Hasta 70 veces 7”. Él siempre perdona nuestros pecados si es que estamos verdaderamente arrepentidos y dispuestos o no volverlos a cometer.
Soportar con paciencia los defectos de los demás
Sin duda alguna frecuentemente habrá actitudes que nos molesten de nuestros familiares, amigos, compañeros, pero debemos entender que no está en nosotros cambiarlos, más bien aceptarlos y amarlos tal cual son, así como Dios nos ama a nosotros sin importar como somos, pues él nos creó imperfectos para que nosotros mismos encontremos belleza en estas imperfecciones.
Rogar a Dios por los vivos y los muertos
Desafortunadamente la situación crítica que atravesamos como humanidad ha elevado el número de muertos en todo el mundo. Este hecho histórico nos lleva a replantearnos la necesidad que tenemos de Dios, de su divina intercesión y misericordia para ayudarnos a sobrellevar esta pandemia, siendo necesario también orar por el personal médico, de enfermería y de investigación que se enfrentan día con día al virus, buscando aliviar el dolor físico de las personas. Oremos por quienes se han ido, para que Dios los ilumine y los lleve a la vida eterna, pero también oremos por quienes viven, para que Dios nos brinde esperanza y consuelo en estos momentos de infortunio.
Continuemos con la explicación de las obras de misericordia corporales que nos hablan justamente sobre las necesidades que tenemos en nuestro cuerpo mundano.
Dar de comer al hambriento
¿Alguna vez te has preocupado porque se acabe la comida que tienes en el refrigerador? ¿Alguna vez has sentido hambre, pero no has tenido qué comer? ¿Alguna vez has dejado de ir al cine, a la feria, o con tus amigos por preferir ocupar ese dinero para comprar algo de comer? Esa es la realidad que viven cientos de miles de personas día con día. Por ello, cada que tengas la oportunidad de invitar a alguien a comer, no dude en hacerlo.
Dar de beber al sediento
El papel que el agua juega en el mantenimiento de la funcionalidad del cuerpo es notable. Podremos pasar varios días sin comer, pero no sin tomar agua, sin agua el cuerpo perecerá, es por ello que debemos procurar, en primer lugar, cuidar este vital líquido que nos pertenece a todos y cada vez es más escaso. Busquemos realizar acciones que nos permitan acceder a todas y todos al agua.
Vestir al desnudo
El vestirnos fue necesario hasta el momento en que Adán y Eva fueron desterrados del paraíso, pues el ser humano fue destinado a sentir vergüenza. Desde entonces hemos sentido esa vergüenza y esa necesidad de sentirnos cubiertos. Recuerda, así como tú sientes incomodidad de estar al descubierto, el otro puede sentir lo mismo.
Acoger el extranjero
¿Han escuchado el término de “Caravana migrante”? Es un fenómeno de migración de habitantes de Guatemala, Honduras, El Salvador -aunque también de ciudadanos africanos- cuyo objetivo es dejar atrás la pobreza y la violencia de sus países y solicitar asilo al gobierno de Estados Unidos. Esta situación se ha venido presentando en México desde octubre de 2018, y ha dejado de manifiesto lo poco empáticos que somos ante el sufrimiento de otras personas, cuya situación en sus países de nacimiento es tan crítica, que deben salir huyendo de él.
Visitar y cuidar a los enfermos
Cuando estamos enfermos en casa nos gusta recibir afecto, ser cuidados y consentidos por nuestra familia; eso ayuda a mejorar rápidamente. Hoy en día es tal vez complicado visitar a los enfermos a causa de Covid, pero en otros momentos, cuando sea posible, es importante visitar a aquellos que muchas veces se encuentran deshausiados y no tienen familia o amistades que los puedan cuidar. Te sorprendería ver cuántas personas se encuentran en los hospitales sin recibir una sola visita en toda su enfermedad. Pensemos en la alegría que sentimos cuando alguien nos visita o nos pregunta cómo nos encontramos cuando estamos enfermos.
Visitar a los presos
Cuántos prejuicios existen hacia las personas que se encuentran en las cárceles, cuando en su mayoría son encarcelados injustamente, incluso por luchar por causas justas. Recordemos cuando Juan el Bautista fue encarcelado por quejarse del mal gobierno, aún así sus discípulos lo visitaron y siguieron hasta su injusta ejecución. Muchas veces hay gente inocente en las cárceles o personas que, arrepentidas de sus crímenes, buscan su reivindicación. Demos una segunda oportunidad a aquellas pero que en verdad se encuentran en la búsqueda de una mejor vida.
Enterrar a los difuntos.
Sepultarlos no significa olvidarlos, por el contrario, esta obra de misericordia corporal nos lleva a la obra de misericordia espiritual que nos invita a rezar por los vivos y los muertos.
La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos.
El ejercicio de la obras de misericordia comunica gracias a quien las ejerce.
Con las obras de misericordia hacemos la Voluntad de Dios, damos algo nuestro a los demás y el Señor nos promete que nos dará también a nosotros lo que necesitemos.
Y para concluir recuerda las palabras de Jesús “Brille su luz delante de los hombres de modo que, al ver sus buenas obras, den gloria a su Padre que está en los cielos” (Mt 5,16)
Con información del Opus Dei
*La autora es maestra y estudió Relaciones Internacionales. También es colaboradora en una asociación civil que buscar promover la educación entre sectores vulnerables de la Ciudad de México.
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