“La Nueva Escuela Mexicana”
Una reforma educativa requiere de mucho tiempo, de una gran consulta para llegar a los consensos sociales
Comisionado de la Doctrina de la Fe en la Arquidiócesis Primada de México y miembro de la Comisión Teológica Internacional (CTI). Es director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano y fue rector de la Universidad Pontificia de México, cargo que ocupó durante tres trienios.
Estamos todavía al inicio del regreso a clases en todos los niveles educativos de nuestro país. Ha sido motivo de mucha alegría para todos, especialmente los niños y niñas, poder comenzar con la con la participación presencial en todas las actividades. Siguen algunos protocolos necesarios para cuidar la salud, pero, lo más importante, es el reencuentro entre alumnos y maestros y entre los alumnos entre sí. No cabe duda que en las aulas escolares y en la experiencia formativa, junto al aprendizaje necesario en todos los campos, se tiene la oportunidad de cultivar grandes amistades que perdurarán para toda la vida, aspecto de gran importancia.
La novedad y sorpresa con que ahora comenzamos es el anuncio de un Plan Piloto en 1000 escuelas de todo el país, para implantar el próximo año “la Nueva Escuela Mexicana” que incluye una reprogramación de las metas y los contenidos. Se eliminan las evaluaciones, se incluye el pensamiento crítico, la interculturalidad, la inclusión, igualdad de género, apropiación de las culturas a través de la lectura y escritura, artes y actividades estéticas.
Lo que más llama la atención es que no sabemos cómo se ha construido este nuevo planteamiento, por más que se diga que se hizo una amplia consulta y se trabajó con muchos grupos en toda la república, no hay evidencias de esos procesos, podríamos decir que los principales implicados han estado fuera del diseño de programas y contenidos, los padres de familia, los maestros, la sociedad civil. Una reforma educativa requiere de mucho tiempo, de una gran consulta para llegar a los consensos sociales ya que una labor de toda la sociedad. Además, un buen periodo de preparación para los docentes y preparación de materiales adecuados.
Una tarea tan importante no puede ser fruto de una improvisación gubernamental, ni menos de una imposición ideológica, la sociedad mexicana necesita estar informada y pronunciarse sobre este proyecto educativo.
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