El duelo en los niños durante la pandemia
Seamos responsables y aceptemos ayuda cuando la necesitemos para que podamos apoyar a nuestros niños y niñas en una experiencia de esta naturaleza.
Nota: Desde la fe se construye con tu ayuda. Suscríbete a nuestra revista digital desde 40 pesos al mes y disfruta de contenidos únicos. Visita revista.desdelafe.mx Si tienes dudas, manda un WhatsApp al +52 55-7347-0775
Si en algo se puede coincidir en este tiempo de confinamiento, es en la necesidad de tratarnos y tratar al otro de forma amorosa y cuidadosa para abordar situaciones delicadas. Tal es el caso de la manera en que se habla de la pérdida de un ser querido a los más pequeños de la familia, sobre todo, cuando se seguía un proceso de cuidados paliativos en el seno del hogar.
Estos cuidados se aplican a pacientes cuyas enfermedades no responden a tratamientos curativos. No aceleran ni retrasan el curso de la enfermedad, pero sí disminuyen los síntomas dolorosos y dan apoyo en aspectos físicos, psicológicos, familiares, espirituales y sociales. En condiciones del covid-19, se deben extremar las precauciones para evitar contagios al paciente terminal, sin embargo, es muy probable que ante su fallecimiento no se efectúe una despedida como suele darse.
Leer: Cuidados paliativos en la contingencia
El propósito de los cuidados paliativos es conseguir la mejor calidad de vida posible para los pacientes y sus familias y en ese marco, un aspecto fundamental es el duelo. En otras circunstancias, esta etapa suele ser una fase de dolorosa, pero de entendimiento; sin embargo, con la emergencia sanitaria, el proceso varía, en particular el que viven los niños y las niñas.
Para aliviar un poco la etapa del duelo en los más pequeños, hay que privilegiar la comunicación. Permitamos que se expresen y digan todo lo que sienten sin limitarlos. Por nuestra parte, compartamos con ellos nuestro sentir, es decir, seamos empáticos con sus sentimientos y correspondamos a su confianza en el mismo sentido.
A la par, construyamos un ambiente en el que sean capaces de preguntar lo que deseen para que aquellas inquietudes que los aquejan se disipen y no se conviertan en motivo de ansiedad. Expliquemos con claridad lo que se está viviendo para que se entienda que la situación es excepcional, pero no por ello menos triste y significativa.
En Early Institute sabemos que la primera infancia es clave para el desarrollo físico, mental y emocional de niñas y niños. Las situaciones que viven en sus primeros años influyen en su futuro, por lo que es necesario construir un entorno que asegure su bienestar integral. En este sentido, explicar, por un lado, las razones del aislamiento y, por el otro, la pérdida de un ser querido requiere calma, paciencia y mucho amor.
Durante el duelo acompañemos a nuestros niños y niñas y aseguremos su estabilidad al mantener las rutinas ya establecidas en las últimas semanas por el confinamiento.
Sobre todo, estemos alertas a los cambios que podrían experimentar en su conducta y en la propia. Según el Protocolo de atención a pacientes en situación de gravedad o últimos días y éxitos en la crisis del covid-19 del Hospital Universitario La Paz, en Madrid, España para el manejo de esta situación se debe: “Garantizar la atención y el afecto. Si los padres están muy afectados y no pueden asumir sus responsabilidades es necesario que pidan ayuda profesional. Durante este tiempo es importante buscar una figura significativa que garantice las atenciones necesarias mientras los padres se recuperan emocionalmente”.
Seamos responsables y aceptemos ayuda cuando la necesitemos para que podamos apoyar a nuestros niños y niñas en una experiencia de esta naturaleza.
Finalmente, tengamos la confianza de que seremos capaces de cobijarlos para que transiten por esta fase de la mejor forma posible y respetemos, con la mayor sensibilidad, sus espacios y tiempos para sobrellevarla.
Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
*La autora es directora de Early Institute
*Este artículo se publicó originalmente en El Financiero