¿Qué tienen que ver el Purgatorio y la Cuaresma?
¿Es inevitable que vayamos al Purgatorio?Planteábamos esta pregunta hace poco en una charla entre amigos, y vimos que todos estábamos más o menos resignados a pasar ‘al menos una temporadita’ en el Purgatorio, que es a donde va el alma de quien muere en estado de gracia, es decir, en amistad con Dios, pero todavía […]
Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años.
¿Es inevitable que vayamos al Purgatorio?
Planteábamos esta pregunta hace poco en una charla entre amigos, y vimos que todos estábamos más o menos resignados a pasar ‘al menos una temporadita’ en el Purgatorio, que es a donde va el alma de quien muere en estado de gracia, es decir, en amistad con Dios, pero todavía tiene que expiar las penas de pecados perdonados y pequeñas faltas, para poder entrar al Cielo.
Consideramos qué es lo que puede provocar que en nuestro camino al Cielo tengamos que hacer escala en el Purgatorio. Concluimos que destacan al menos estas tres malas actitudes: el orgullo, los apegos desordenados y la falta de caridad.
Reflexionábamos en que en los Evangelios Jesús nos pide imitarlo a Él, que es manso y humilde de corazón (Mt 11, 29), no poner el corazón en las cosas pasajeras (Mt 6, 19-21), y amarnos unos a otros como Él nos ama (Jn 15, 12). Como quien dice nos deja ver el cuáles son los temas importantes sobre los que nos examinará al final de nuestra vida, para que desde ahora podamos prepararnos.
Estamos empezando la Cuaresma, 40 días durante los cuales la Iglesia nos propone practicar en especial la oración, la penitencia y la limosna, y resulta que estas tres prácticas nos ayudan precisamente a ejercitarnos en esas actitudes que nos propone Jesús:
La oración, nos ayuda a mantenernos humildes, sabiendo que no somos Dios, que no somos autosuficientes, que lo necesitamos para todo, que sin Su gracia no somos nada. La penitencia (ayuno y abstinencia), para acostumbrarnos a renunciar a apegos, liberar nuestro corazón y ofrecer nuestras privaciones y sacrificios al Señor.
La limosna, para ejercitar la caridad, en especial hacia los más cercanos y hacia los necesitados. Si aprovechamos los 40 días cuaresmales para entrenarnos en estas prácticas, no sólo cumpliremos lo que nos pide la Iglesia, sino nos iremos entrenando para incorporarlas a nuestra vida cotidiana, y así, cuando nos toque enfrentar nuestro juicio particular, podamos hacerlo con humildad, libres de ataduras y llenos de amor, lo que nos permitirá evadir el Purgatorio y disfrutar la eternidad con el Señor.
*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe
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