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COLUMNA

Ángelus Dominical

Angelus Dominical: los hijos crecen

Los hijos crecen y es necesario que tomen su propio rumbo...

17 noviembre, 2019
Angelus Dominical: los hijos crecen
Angelus Dominical.

LUEGO DE GESTAR con los procesos y riesgos ordinarios, y sin obviar los temores enrarecidos, engrandecidos y hasta ennegrecidos (¡ah, cómo solemos hacernos la vida de cuadritos!) finalmente vino el parto natural (no, aunque muchos digan que así pareció, no fue cesárea) y tuvo su culmen en tres jornadas: 4, 5 y 7 de noviembre; el resultado fueron una niña y dos niños, y sus nombres ancestrales ahora tienen el apellido de Diócesis, ellos son: Iztapalapa, Xochimilco y Azcapotzalco…

AL CONDUCIR UN AUTO siempre debo mirar con atención hacia adelante y sólo ocasionalmente hacia atrás y momentáneamente, por si otro automóvil se acerca para rebasar o para constatar que ya lo dejé atrás y entonces pueda yo maniobrar con libertad; algo semejante sucede con multitud de acontecimientos en la vida y en la sociedad, pues si solo miramos y miramos el pasado, nos perderemos de las ventajas del futuro…

LA NIÑA NACIÓ FUERTE -¡bien nacida, Iztapalapa!- y siendo la primera en ser parida, su chillido nos provocó una múltiple reacción de asombro y sobresalto, de satisfacción y emoción, pues lo anunciado ya se cumplía, y lo preparado con meses, ya naciendo tomaba altura; a mí personalmente me recordó el nacimiento de una jirafa, que al caer desde el vientre materno (¡imagina tú el guamazo que se da!) su primera reacción es buscar estirar las patas y ponerlas en funcionamiento, pues en la sabana acecha siempre el depredador y entonces -bien dice el dicho- “patitas, ¿pa’cuándo son?”…

EL PRIMER NIÑO NACIÓ grandote -¡bien nacido, Xochimilco!- y no por razón de su territorio (incluye Tláhuac y Milpa Alta) sino por las ganas de moverse y de vivir, mismas que presumió con tremendo fiestón que se alargó por varios días, y te comento lo espantado que quedé al saber que fueron cinco to-ne-la-das -¡cinco!- de barbacoa de puerco las que se alistaron para dar de comer a todo el pueblo, además de tamales, mole, arroz, frijoles y un etcétera tan vasto que de plano se agradece; a mí me pareció como cuando nace un ballenato o un elefante, y ya no digo más (¡imagina lo que comen para ese cuerpecito!)…

EL SEGUNDO NIÑO -último en ser parido- nació robusto -¡bien nacido, Azcapotzalco!- y para no quedarse atrás, el berrido que lanzó nos devolvió la alegría de saber que el parto ha sido dichoso, que la madre ya descansará y se recuperará en la debida cuarentena; comparo su nacimiento al del último de los cachorros de una leona: hasta entonces puede echarse y disponerse a lo siguiente…

GRAN LECCIÓN RECIBÍ cuando fui testigo y ayudé a una perra en su trabajo de parto: yo apenas cumpliría los 17 y aquello fue una cátedra de amor por la vida, de la tremenda inercia de la supervivencia, de ganas de cumplir con la propia tarea aunque no hubiera otra luz que la del instinto: aquel animal no quería otra cosa sino que sus crías estuvieran bien, y para eso hasta dejó de comer lo ordinario procurando limpieza total en el ambiente de sus cachorros…



PUDE ESTAR PRESENTE en hechos tan significativos (el inicio de las nuevas diócesis y el parto de la perra) y encontré varios puntos en común: 1) se concluye una etapa y comienza otra con mayores retos y esperanzas, 2) se genera una cohesión y solidaridad a pesar de los encontronazos y descalabros propios de todo proceso similar, 3) se mantienen unos vínculos y se rompen otros: unos para reforzar, otros para concretar y definir, 4) se volteará a ver al pasado -en ocasiones- pero para mirar con mayor atención al futuro…

SI ME EQUIVOCO ya habrá alguien que me corrija y lo diga bien, pero lo mejor que puede sucederle a una madre es que sus hijos crezcan sanos y se desarrollen fuertes, que inicien su vida en paz y que la hagan crecer con tesón; muyyyy mal estaría aquella mamá que pretenda tener a sus hijos siempre infantes y dependientes, y esto se constata cuando la madre se alegra por el primer diente, y el primer paso, y la primera palabra: ¡uf!, al gusto de haber parido le sigue el gusto de ver crecer; ¡dichosas las auténticas madres que empujan a sus hijos a la independencia y la responsabilidad!…

“HIJO MÍO, ¿POR QUÉ nos has hecho esto?”, dijo María, y luego añadió: “tu padre y yo te buscamos con angustia” (Lc 2, 48), y la respuesta de Jesús no dejó duda alguna: “¿Qué no saben que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?”; y esto es algo parecido lo que sucede en cada familia, en cada cultura, en todos los pueblos: los hijos crecen y es necesario que tomen su propio rumbo, que lo vivido ya está vivido y soñado está por realizarse…

YA DESDE AHORA anuncio que tendremos un encuentro entre los lectores de este semanario y quienes estamos involucrados en su realización; la fecha, lugar y hora ya la diremos; será un encuentro festivo y sabrosón, con aroma de ponche y grito de piñata, a cielo abierto y con el alma llena; en tal encuentro nos prepararemos a celebrar el Nacimiento que llenó de luz al mundo entero, pues nació la Luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jn 1, 9); sin duda te animarás a participar y a nosotros nos dará mucho gusto conocerte en vivo y a todo color; solo te pediremos un favor: lleva una o dos fotografías de momentos familiares y bellos que nos quieras compartir, de lo demás ya nos encargaremos…

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