La Capilla del Cerrito: El corazón del milagro de las rosas en el Tepeyac

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La Capilla del Cerrito: El corazón del milagro de las rosas en el Tepeyac

La Capilla de las Rosas, en la cima del Cerrito del Tepeyac, recuerda el lugar donde la Virgen de Guadalupe hizo brotar rosas ante san Juan Diego. En su interior se conservan pinturas, relieves y símbolos que narran aquel momento que dio origen al mensaje guadalupano.

3 noviembre, 2025
La Capilla del Cerrito: El corazón del milagro de las rosas en el Tepeyac
Fachada principal de la Capilla del Cerrito, construida en el siglo XVIII en el sitio donde, según la tradición, la Virgen de Guadalupe se apareció a San Juan Diego. Foto: Luis Aldana

La Capilla de las Rosas -cuyo nombre oficial es la Capilla del Cerrito-, es el lugar preciso donde la Virgen de Guadalupe se apareció tres veces a San Juan Diego y donde floreció la prueba de fe que daría origen a una de las devociones más populares del mundo.

“Este recinto sagrado marca el lugar exacto donde floreció el milagro de las rosas de Castilla”, comentó a Desde la fe el Mtro. Pedro Pablo Pérez García, encargado de la Biblioteca Lorenzo Boturini de la Basílica de Guadalupe.

capilla del cerrito fachada y mástil
La Capilla del Cerrito fue edificada en el lugar donde antiguamente se erigía una cruz, símbolo del sitio donde la Virgen de Guadalupe hizo brotar las rosas. Foto: Luis Aldana

100 años sin una casita

De acuerdo con Pérez García, durante aproximadamente cien años después de las apariciones, el cerro permaneció sin edificación formal. La devoción se hacía de manera simbólica: “solamente se quedó una cruz de madera con muchas rocas alrededor que la detenían para simbolizar las apariciones”, explica el Mtro. Pérez García.

Con el tiempo, la fe popular y el patrocinio privado dieron paso a la primera construcción formal, gracias a don Cristóbal de Aguirre y su esposa Teresa Peregrina, quienes donaron mil pesos de la época para levantar una pequeña ermita de “10 varas de largo y siete de ancho con techo de madera y que fue dedicada el 2 de febrero de 1667”, comenta.

Aunque sencilla, albergó las primeras oraciones en el sitio del milagro y funcionó como centro de culto durante más de ochenta años, hasta 1748. “Posteriormente, en el siglo XVIII, Juan José de Montúfar impulsó la construcción de la capilla actual, un proyecto que avanzó por etapas debido a limitaciones económicas. La obra incluyó aportaciones de don Diego González de Noriega y loterías populares que permitieron financiar los acabados”.

“La antigua ermita fue demolida en 1748 y, en el mismo lugar, comenzaron las obras del nuevo templo. La construcción tuvo altibajos, pues se detuvo en 1752 y no fue hasta 1756 cuando se celebró la primera misa”.

A decir del Maestro Pérez, su financiamiento fue fruto del esfuerzo colectivo, pues Don Diego González de Noriega aportó una quinta parte de lo recaudado en la iglesia principal, la colegiata organizó loterías y se recibieron donaciones importantes, como la de Doña Manuela Gertrudis de la Peña Torres. Para 1806, la mayor parte de la estructura principal de la capilla estaba terminada, consolidándose ladrillo a ladrillo como un testimonio vivo de una fe construida en comunidad.

La Capilla del Cerrito refleja un estilo arquitectónico ecléctico; es decir, de varios estilos, pues se construyó en periodos diferentes debido al problema del financiamiento. “Por ejemplo, la fachada fue colonial, el interior con rasgos renacentistas, y altares de aire barroco; algunos trasladados desde el antiguo Templo Expiatorio tras las reformas del arquitecto Manuel Tolsá“, detalla Pérez.

Cada detalle arquitectónico y artístico de la capilla guarda su propia historia y, como señala Pérez García, el Cerrito conserva elementos que hacen más rica la experiencia de los peregrinos.

mástil exvoto
Mástil del exvoto del navío Santa Rosa, colocado en la subida al Cerrito como testimonio de agradecimiento por un naufragio evitado. Foto: Luis Aldana

¿Qué significan el barco y los arcángeles de la Capilla del Cerrito?

Al visitar la Villa de Guadalupe, es imposible no fijar la vista en el cerro, donde sobresale el “barquito” o el mástil de un barco frente al templo, aunque pocos conocen la historia de este exvoto.

“El mástil del barco Santa Rosa tiene una historia fascinante. Este navío, que venía de España, estuvo a punto de naufragar en Veracruz. Los tripulantes y pasajeros, entre ellos Lorenzo Boturini, recurrieron a la Virgen de Guadalupe para que los salvara y así pasó. Al tocar tierra, en señal de agradecimiento, dedicaron el asta del barco a la Virgen, que hoy es considerado el exvoto más grande del santuario”, comenta el maestro.

De acuerdo con los relatos, la pieza original fue derribada por un fuerte viento, y en 1942 se construyó la réplica de cemento que vemos hoy, cuyos cimientos se cree que contienen los restos del mástil original.

interior Capilla Virgen y arcángeles
Interior de la Capilla del Cerrito, donde se conserva el cuadro de la Virgen de Guadalupe atribuido a la primera ermita del siglo XVII. Foto: Luis Aldana

El interior de la Capilla: arte, reliquias y memoria del milagro

El interior de la Capilla del Cerrito guarda un gran valor histórico y artístico que complementa su significado espiritual, y aunque de dimensiones reducidas, a diario recibe a cientos de peregrinos.

En el altar principal se conserva una pintura antigua de la Virgen de Guadalupe, considerada una de las piezas más valiosas del conjunto. Este cuadro fue mandado hacer por don Cristóbal de Aguirre para la primera ermita levantada en 1667, y de acuerdo con el maestro Pedro, esa imagen sí estuvo en la primera capilla que fue demolida, pero la pintura sobrevivió y fue trasladada a la capilla actual, convirtiéndose en la pieza central.

El templo conserva, además, altares laterales de estilo barroco, que fueron traídos del antiguo Templo Expiatorio (la primera basílica) cuando el arquitecto Manuel Tolsá emprendió su reforma neoclásica y retiró los ornamentos barrocos. Estas piezas, de rica talla dorada, aportan al recinto un aire de solemnidad y continuidad artística con el México virreinal.

El presbiterio y la bóveda muestran decoraciones sobrias, en las que predominan los tonos crema y dorado. La iluminación natural entra por ventanales estrechos que resaltan la textura de la cantera y la serenidad del ambiente. En los muros laterales se observan pinturas y pequeñas esculturas alusivas al milagro guadalupano y a los arcángeles que custodian el templo.

Los Cuatro Arcángeles del Cerrito: guardianes celestiales

Además del mástil, las esculturas de los Cuatro Arcángeles son los elementos más distintivos de la Capilla del Cerrito, quienes han sido parte del templo desde el siglo XVIII y que dan nombre a uno de sus apelativos tradicionales: la Capilla de los Cuatro Arcángeles.

Estas imágenes representan a san Miguel, san Gabriel, san Rafael y el cuarto arcángel, Uriel, aunque este último no aparece de manera oficial en la liturgia católica, sino en la tradición devocional popular novohispana. En conjunto, simbolizan la protección divina sobre el lugar de las apariciones y sobre los peregrinos que ascienden al Tepeyac.

De acuerdo con la tradición guadalupana, los arcángeles fueron colocados en las esquinas del templo como custodios del milagro. Cada uno, orientado hacia un punto cardinal, representa una misión espiritual:

  • San Miguel, con la espada y el estandarte, es el defensor de la fe y vencedor del mal.
  • San Gabriel, mensajero de la Encarnación, simboliza el anuncio del amor divino.
  • San Rafael, guía de los caminantes, acompaña al peregrino en su trayecto hacia la cima.
  • San Uriel, asociado con la luz y la sabiduría, alude a la iluminación del alma.

El Mtro. Pedro Pablo Pérez García explica que la capilla “recibió durante mucho tiempo el nombre de los Cuatro Arcángeles precisamente por las figuras que custodian su fachada y que la gente asocia con la protección del Tepeyac”. Estas esculturas, talladas en cantera, se integran al conjunto ornamental barroco y reforzando la idea de que este es un espacio sagrado bajo resguardo celestial.

Con el paso de los siglos, la devoción popular consolidó esta denominación. Aun cuando el nombre oficial es hoy Capilla del Cerrito, muchos fieles continúan refiriéndose a ella como la Capilla de los Cuatro Arcángeles.

Capilla Cerrito con gente
Para llegar a la capilla es un sendero que asciende hacia ella, un camino que san Juan Diego recorrió para encontrarse con la Virgen. Foto: Luis Aldana

Ponerse en los zapatos de san Juan Diego

Para muchos peregrinos, subir las escaleras del cerro rumbo a la capilla, es un recorrido de fe y devoción, pues algunos sin saberlo, hacen el recorrido que hacía a Juan Diego para reunirse con la Virgen.

Según la tradición guadalupana, tanto la capilla como el sendero que asciende hacia ella son considerados el lugar de las tres primeras apariciones de la Virgen. Este fue el camino que san Juan Diego recorrió para encontrar y recolectar las rosas de Castilla que la Virgen le pidió llevar en su ayate como prueba ante el obispo.

Sin duda, la explanada donde se ubica la capilla, al igual que el templo, ofrecen un espacio más tranquilo para que la Basílica, lo cual es ideal para la oración y la contemplación.

Recorrido sugerido y horarios

Para una visita completa, el maestro Pedro Pablo Pérez García, recomienda la siguiente guía:

• La Ruta Ideal: Se recomienda iniciar el ascenso por el lado derecho del cerro (viéndolo de frente). En el camino, se pasa junto a la vela del barco exvoto. Tras visitar la capilla, se puede descender por el lado izquierdo, donde se han añadido figuras alusivas a los protagonistas del milagro y una fuente.

• Celebraciones Litúrgicas: La capilla tiene una vida litúrgica activa. Se celebran misas todos los días en los siguientes horarios: 8:00 a.m., 12:00 p.m. y 5:00 p.m.

No existen medios mecánicos para llegar a la cima. Esta decisión deliberada busca preservar la esencia del peregrinaje: la caminata emula el esfuerzo de san Juan Diego y fomenta una atmósfera de paz. Aunque limita el acceso para algunas personas, esta característica enriquece la experiencia espiritual y contribuye a la tranquilidad del lugar.



Autor

Periodista con más de 20 años de trayectoria, titulada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. A lo largo de su carrera ha colaborado en reconocidos medios nacionales como Milenio, El Gráfico de El Universal, Revista Alto Nivel y Desde la fe, entre otros. Su trabajo se ha enfocado en temas sociales, culturales y de interés humano, con un compromiso constante por informar con profundidad y sensibilidad.