¿Por qué todos los católicos son sacerdotes?
El sacerdocio no es exclusivo de los presbíteros. Todo católico participa del sacerdocio de Cristo por su Bautismo a través de la oración, la caridad y el testimonio.
Al escuchar la palabra “sacerdote”, es común pensar en un hombre ordenado como presbítero que celebra los Sacramentos: la Misa, confiesa a los fieles y guía espiritualmente a la comunidad. Sin embargo, la Iglesia Católica afirma que todos los bautizados son también sacerdotes, en virtud de lo que se conoce como el sacerdocio común de los fieles.
En el Catecismo de la Iglesia Católica lo expresa en el número 783 “Los fieles, en cuanto incorporados a Cristo por el Bautismo, constituyen el pueblo de Dios y participan, a su modo, de las funciones sacerdotal, profética y real de Cristo”.
¿Dónde enseña esto la Iglesia?
Esta doctrina se encuentra en el documento Lumen Gentium, una de las cuatro constituciones dogmáticas del Concilio Vaticano II. Esta constitución se centra en la naturaleza, el misterio y la misión de la Iglesia. En ella se afirma que “Los fieles, en virtud de su sacerdocio regio, concurren a la ofrenda de la Eucaristía y lo ejercen en la recepción de los sacramentos, en la oración y acción de gracias, mediante el testimonio de una vida santa, en la abnegación y caridad operante”. (Lumen Gentium, 10)
De hecho, la Iglesia distingue con claridad entre el sacerdocio común (el sacerdocio de los fieles) y el sacerdocio ministerial (ordenado). Aunque son esencialmente distintos, ambos están orientados el uno al otro y brotan del único sacerdocio de Cristo. El sacerdote ordenado actúa in persona Christi, es decir, en nombre de Cristo Cabeza; mientras que los fieles laicos participan del sacerdocio de Cristo a través de su vida diaria, oración, sacrificio y testimonio.
5 maneras de vivir el sacerdocio como católico
- Reserva tiempo para orar por los demás.
- Ofrécete cada día en la Eucaristía.
- Sirve con alegría y generosidad.
- Da testimonio de tu fe con obras concretas.
- Sé puente entre Dios y los que te rodean.
- Todo lo que hagas sea una ofrenda a Dios y en favor a los hermanos.
Pero… ¿cómo ejerce un fiel laico, todo bautizado, su sacerdocio?
De acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, el documento Lumen Gentium y la Exhortación Apostólica Christifideles Laici de San Juan Pablo II, señalan que el sacerdocio común de los fieles se vive a lo largo de la vida, desde el momento del Bautismo. . Aunque distinto al sacerdocio ministerial, este sacerdocio, surgido del Bautismo, permite a los laicos participar activamente en la misión de Cristo y de su Iglesia de la siguiente manera:
1. Por el Bautismo, entra al Pueblo sacerdotal: a través del Bautismo, el cristiano es incorporado a Cristo y a su Iglesia, y recibe la dignidad de participar en la triple misión de Cristo como sacerdote, profeta y rey. Desde entonces, su vida entera puede ofrecerse como una ofrenda espiritual a Dios. (CIC n. 783)
2. Recibe la Confirmación, para ser testigo valiente: con la Confirmación, el Espíritu Santo fortalece su alma y lo envía a dar testimonio de su fe con valentía y coherencia. Esta gracia reafirma su sacerdocio como una misión activa en el mundo. (Lumen Gentium, n. 11)
3. Participa del sacrificio de Cristo en la Eucaristía: en cada Misa, el fiel se une al sacrificio de Cristo. No es solo un espectador, sino que también se ofrece a sí mismo junto con Cristo, haciendo de la Eucaristía el corazón de su sacerdocio como laico. (Lumen Gentium, n. 11 y CIC, n. 1322 y 1324)
4. Ora e intercede: una función sacerdotal clave: cada vez que reza por los demás, el laico ejerce una dimensión esencial de su sacerdocio: interceder ante Dios por su familia, su comunidad y el mundo entero. Su oración es puente entre el cielo y la tierra. (CIC, n. 2634)
5. Vive la caridad y el sacrificio cotidiano: cuando sirve, ayuda o renuncia a sí mismo por amor, ejerce su sacerdocio de forma concreta. Sus pequeños actos —escuchar, acompañar, perdonar, compartir— se convierten en parte de su liturgia diaria. Ofrecidos con amor, son agradables a Dios. (CIC, n. 901)
6. Da testimonio de una vida santa: una vida coherente con el Evangelio manifiesta el sacerdocio que vive en su alma. Su ejemplo puede acercar a otros a Cristo, no solo con palabras, sino con obras. Vivir con fe, esperanza y caridad es un acto sacerdotal permanente (CIC, n. 2044).
La vocación sacerdotal del laico en la vida cotidiana
Este sacerdocio no se limita al templo, sino que se vive en todos los ámbitos de la vida, por ejemplo en la familia, en el trabajo, en el servicio comunitario, en el dolor y en la alegría. Participar de la vida sacramental, vivir una oración constante, ofrecer sacrificios cotidianos y ser testigo del Evangelio son maneras concretas en que los laicos cumplen esta vocación sacerdotal, de acuerdo con el Catecismo.
También, dentro del Catecismo, en el número 1546, señala que “Todo el Pueblo de Dios participa del sacerdocio de Cristo. Esta participación se ejerce en una vida de fe, esperanza y caridad, una vida según el Espíritu”; asimismo en Christifideles Laici, n. 14 menciona que “El laico, en virtud de su unión con Cristo y de la unción del Espíritu Santo, participa del único y eterno sacrificio redentor de Cristo”.