Muchas veletas, esos aparatos giratorios que se colocan en las azoteas de las casas para marcar la dirección del viento, tienen en la cima un gallo de metal. ¿Sabías que éste tiene un significado religioso?
Y es que el siglo IX, el Papa San Nicolás I El Magno (858-867) decretó que en la parte más alta de las torres de las iglesias y catedrales se colocaran las figuras de los gallos para recordar el pasaje en el que san Pedro negó tres veces a Jesús, después de la Última Cena.
De esta manera, el colocar la figura del gallo en las veletas de todas las iglesias era una forma de recordarle a los fieles que debían estar vigilantes ante el pecado, sin importar la dirección que tenga los vientos, es decir, la vida. Actualmente son pocas las iglesias que tienen estas veletas en las cimas de sus construcciones.
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Hay que recordar que, durante la Última Cena del Señor, antes de ir al Huerto de los Olivos, Jesús le dijo a Pedro, según cuenta el evangelista Mateo (26; 34): “Yo te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo, me negaras tres veces.”
Y en efecto, después de que Cristo fue apresado, el apóstol lo negó tres veces previo al canto del ave. Continúa San Mateo (26; 69-74), “en aquel mismo momento cantó un gallo y Pedro se acordó que Jesús le había dicho: antes de que cante el gallo, me negarás tres veces. Y salió Pedro de allí, y lloró amargamente”.
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En Jerusalén, en la ladera del Monte Sión, afuera de la ciudad vieja, hay una hermosa iglesia llamada San Pedro en Gallicantu, que significa Canto de Gallo, y que recuerda dicho pasaje bíblico.
También, un manuscrito del siglo X muestra un dibujo de las torres de la Abadía de Cluny rematadas por dos gallos, al igual que un tapiz de Bayeux del siglo XII, en donde se ve una veleta en forma de gallo en la torre de Westminster.
La llamada Misa de Gallo, que fue establecida por el Papa Sixto III en el siglo V con la especificación “ad gall cantus”, o sea, en la medianoche, al canto del gallo, nos confirma el inicio del día de la Navidad.
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El gallo ha sido asociado universalmente a la salida del sol, por lo que en el cristianismo transmite un simbolismo de luz y resurrección. De este modo, la decisión tomada por el Papa San Nicolás I pretendía representar la supremacía de lo espiritual sobre lo material.
Durante el proceso de evangelización en México, el gallo fue representado en las cruces atriales como uno de los pasajes de la Pasión de Cristo, y también está presente en los adornos de las iglesias.
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