San Francisco Javier, patrono de los misioneros
Cada 3 de diciembre, la Iglesia celebra a san Francisco Javier, uno de los primeros misioneros jesuitas.
San Francisco Javier (1506-1552) es un santo patrono de los misioneros. Fue uno de los seis primeros misioneros jesuitas y pionero en llevar el evangelio al lejano oriente y a África, en países como Mozambique donde ayudó al cuidado de los enfermos en un hospital, India, Ceilán, Islas Molucas, Japón y China, razón por la que tuvo por sobrenombre el Apóstol de la Indias; es recordado por la Iglesia cada 3 de diciembre, en la fiesta litúrgica en su honor.
PUEDES LEER:
3 santos que inspiran a los misioneros de hoy
Este santo nació en la ciudad de Pamplona, en el reino de Navarra, el 7 de abril de 1506, en el seno de una familia noble e influyente; abrazó la carrera eclesiástica y en 1528 fue a Paris para estudiar en la Sorbona, donde conoció a San Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús y de quien fue un gran colaborador, siendo uno de los primeros miembros de esta agrupación religiosa, que se proponía recorrer las diversas partes del mundo, aun las más apartadas, para predicar en ellas la palabra de Dios, en plena comunión con el Papa.
Una vez ordenado sacerdote en 1537, recibió el encargo de predicar en las indias portuguesas; se trasladó a Lisboa donde se embarcó en abril de 1541 y llegó a Goa, en la India, 13 meses después; se ha calculado que Francisco Javier recorrió más de 100 mil kilómetros durante los 10 años que vivió como misionero (1549-1552).
En cuanto a la cronología de sus viajes, los siete primeros años evangelizó la costa del cabo Cormorín, después Ceilán; de allí pasó a Malasia de donde se trasladó a Indonesia.
Francisco Javier fue el primer misionero en llegar a Japón, donde en dos años (1549-1551), fundó una pequeña comunidad cristiana de unos mil conversos que a su partida confió a un sacerdote portugués, y en donde 20 años después ya contaba con 30 mil fieles.
San Francisco Javier y su forma de enseñar
La forma de proceder de San Francisco Javier era enseñar a la gente humilde por medio de un intérprete los elementos básicos de la fe cristiana, enseñándoles el Credo, el Padre Nuestros y el Ave María; capacitaba catequistas a quienes encargaba la tarea de llevar adelante la instrucción. Con frecuencia escribía a sus superiores para que le enviaran pastores y después de trabajar una zona, marchaba para otra. Él rezaba mucho.
Luego enfrentó uno de los desafíos más fuertes de su carrera eclesial, ir a la China imperial que para aquellos años estaba prohibida a los extranjeros; llegó a la isla de Schangchwan, frente a la costa de la ciudad de Cantón, en espera de un junco que lo trasladaría a territorio chino, pero sorpresivamente cayó enfermo y murió solo en una cabaña, acompañado de un joven intérprete, el 3 de diciembre de 1552.
Semanas después, llegaron de Goa en la India, donde él había creado un seminario, a buscar su cuerpo y le dieron sepultura. Fue beatificado en Roma el 25 de octubre de 1619 por el Papa Paulo V, y canonizado por Gregorio XV el 12 de marzo de 1622.
San Francisco Javier se ha convertido al paso de los siglos como un modelo a seguir por los misioneros que acuden a tierras paganas, y hay numerosas iglesias en todo el mundo que están dedicadas a su memoria.
¿Ya conoces nuestra revista semanal? Al adquirir un ejemplar o suscribirte nos ayudas a continuar nuestra labor evangelizadora en este periodo de crisis. Visita revista.desdelafe.mx o envía un WhatsApp al +52 55-7347-0775