La veneración o culto a los santos surge de la admiración que sentimos por ellos y de la confianza de saber que pueden interceder por nosotros ante Dios. Esta veneración se realiza desde los inicios del cristianismo; recordemos que en los mismos sepulcros en donde se encontraron los restos de san Pedro y san Pablo había inscripciones en donde se imploraba su ayuda y protección. Los cristianos ven en las reliquias un motivo para venerar a los santos y sentirlos cercanos. Pero, ¿qué es una reliquia?
La palabra reliquia, derivada del latín (reliquie=lo que queda), se utilizaba para hablar de los restos mortales de una persona, sea el cuerpo completo o una de sus partes.
El cristianismo utilizó especialmente esta palabra para hablar de los restos de los santos, como el caso de san Pedro, san Pablo y otros mártires.
Las reliquias pueden ser de un mártir, un confesor (los santos que defendieron su fe, pero no murieron en martirio), un Papa, un doctor (santos que se caracterizaron por sus enseñanzas), un obispo, un fundador de una comunidad religiosa, etc.
Posteriormente, la palabra reliquia tuvo un contexto más amplio, pues se aplicó a objetos utilizados por Nuestro Señor Jesucristo, la Virgen María o los santos. Así, podemos mencionar como ejemplos: la cruz de Cristo, la corona de espinas o el hábito de san Francisco.
También se aplicó a partes específicas de los santos lugares como el lugar de la Última Cena, la roca en donde Cristo oró en el huerto de Getsemaní o el Santo Sepulcro. La capilla de las reliquias de la Catedral conserva una piedra del Monte de los Olivos.
Dependiendo de su procedencia, las reliquias se clasifican en:
Las reliquias se obtienen directamente de los cuerpos de los santos en la mayoría de los casos, es por eso que hay distintas procedencias, tales como:
Las reliquias deben ser avaladas por una autoridad eclesiástica y decorosamente conservadas.
El documento que acompaña a una reliquia se llama Authentico. Este documento contiene diversa información sobre la misma y está firmado y avalado por un superior de alguna orden o de un vicario general vaticano.
El Authentico evita las posibles falsificaciones y, como dice su nombre, autentifica las reliquias.
Las peregrinaciones a Tierra Santa, a Roma y a otros lugares, en donde se encuentran reliquias de mártires insignes, son prueba de la veneración de los cristianos a los santos.
Estas peregrinaciones dieron origen a los llamados años santos en los que los fieles reciben indulgencias con su conversión, obras de misericordia, participación en los sacramentos y veneración de las reliquias.
En los años santos o jubilares las reliquias insignes de los mártires se exponen en muchas partes del mundo para ayudar a acrecentar la fe de los creyentes y motivarlos a seguir su ejemplo.
Generalmente se guardan en el altar principal de un templo, en una parte que se llama ara. También se conservan en capillas hechas expresamente para su veneración.
Las reliquias se conservan celosamente en hermosos relicarios, algunas de ellas se pueden observar recubiertas con una capa de cera.
Las principales catedrales del mundo cuentan con reliquias de santos y santas, especialmente de mártires.
La Catedral Metropolitana de México conserva una gran cantidad en la llamada “Capilla de las Reliquias”. Sin embargo la mayoría de ellas permanecen ocultas o cubiertas durante todo el año y sólo durante los días 1 y 2 de noviembre se descubren para que puedan ser vistas y veneradas por los fieles.
Como no todos los fieles pueden viajar al lugar donde se veneran las reliquias, algunas de ellas son llevadas a distintos lugares para acercarlas a los fieles. Para obtener la indulgencia parcial ante las reliquias es necesaria la veneración a los santos y no tener una actitud de curiosidad o morbo.
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