El Papa Francisco se reunió con 2019 con voluntarios de la Asociación Italiana de Donantes de Órganos (AIDO) a quienes recordó la postura de la Iglesia sobre el tema de la donación de órganos: “El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que la donación de órganos después de la muerte es un acto noble y meritorio que debe ser fomentado como una manifestación de solidaridad generosa” (n. 2296).
De igual manera, agregó: “En su Encíclica Evangelium vitae, san Juan Pablo II nos recordaba que, entre los gestos que contribuyen a fomentar una auténtica cultura de la vida, la donación de órganos en formas éticamente aceptables merece un aprecio especial” (n. 86).
Cuando un auto, la lavadora o el refrigerador se descomponen, es necesario buscar las refacciones necesarias para que vuelvan a funcionar de la mejor manera. Es increíble cómo una simple pieza, por más pequeña que sea, deje sin funcionar al aparato o lo haga funcionar espléndidamente.
Si no hubiera refacciones, los aparatos terminarían pronto en la basura y no darían todo el servicio que pueden dar. Seguramente te dolería tirar una lavadora o un automóvil sólo porque le falta una pieza. Por eso te hago ahora una pregunta: ¿Por qué te duele tanto deshacerte de un objeto material y no te duele que muchas vidas humanas se pierdan sólo por falta de una refacción?
Así como un auto o lavadora necesitan de refacciones, hay miles de personas que tienen un cuerpo que funciona muy bien en general, pero por falta de un órgano pueden morir sin remedio. ¡Nosotros podemos ayudarles! Es cierto que no podemos donar nuestro corazón porque nosotros moriríamos en el momento que lo hiciéramos, pero existen algunos órganos que podemos donar en vida y también existen otros que podemos donar después de la muerte.
Una trabajadora de la Catedral de México vive desde hace muchos años con un solo riñón porque decidió donarle el otro a uno de sus hermanos que lo necesitaba. Eso fue un acto no sólo valiente, sino, sobre todo, lleno de amor.
Ella se enteró que podría vivir con un solo riñón, pero si su hermano no recibía uno podría enfrentarse a la muerte. Su hermano tenía un cuerpo sano en todos los órganos menos en los riñones. Para ella, la opción era clara: o continuaba viviendo con dos riñones, mientras se perdía la vida de su hermano, o le donaba uno para que los dos continuaran viviendo. ¿Tú que harías?
La donación que hizo la señora Tere fue posible gracias a su amor y generosidad. Muchas personas desearían que esa historia se pudiera repetir en otros casos, pero lamentablemente no es así: hay pacientes que aguardan con mucha esperanza la donación de un órgano, pero ven que sus días se acaban lentamente por falta de un donador; hay niños que pueden vivir más años, pero terminan su historia a muy temprana edad; existen jóvenes que deseaban ver realizadas sus ilusiones, pero dejan este mundo por falta de solidaridad; hay padres de familia que quieren continuar dando amor y educando a sus hijos, pero mueren dejando un gran vacío por falta de un donador.
Sólo el amor pudo salvarlos. Sólo el amor puede hacer que la vida continúe para aquellos que esperan un órgano en donación.
En años anteriores no se hubiera pensado que de la muerte de una persona se pudiera obtener vida. El único ejemplo es Cristo que con su muerte nos dio vida eterna. Nosotros podemos imitar el ejemplo de nuestro Salvador dando vida con nuestra muerte.
Sí, después de la muerte algunos de nuestros órganos pueden ayudar a que otras personas sigan viviendo.
La práctica del transplante es considerada uno de los más grandes logros de la ciencia de la salud por haber sobrepasado las barreras que impedían la sustitución de un órgano o de un tejido dañado, por otro funcional, proveniente de un donante ajeno, modificando en forma radical el pronóstico de algunas de las enfermedades crónicas con mayor impacto a nivel mundial.
Hay personas que no se atreven a donar sus órganos después de la muerte porque piensan que esta práctica es contraria a los designios de Dios.
Por desconocimiento piensan que una donación podría impedir la resurrección o provocar un castigo divino; sin embargo, si entendemos el espíritu de la Sagrada Escritura, especialmente el del Evangelio, podremos darnos cuenta que Cristo se donó totalmente a la humanidad aceptando incluso la muerte en la cruz. Los católicos debemos cuidar y respetar el cuerpo que nos ha dado Dios, porque gracias a él tenemos la vida terrena; sin embargo, cuando ya ha concluido nuestra misión en el mundo, nuestro cuerpo inicia un proceso de corrupción y descomposición que lo lleva a convertirse en polvo.
El cuerpo es considerado importante, por ser templo del Espíritu Santo, y por ello cuando muere alguien le damos piadosa sepultura o bien, con respeto, guardamos sus cenizas en algún lugar sagrado. Ese cuerpo mortal ya no sirve a la persona que ha fallecido. En la resurrección final Dios hará que los cuerpos tengan la perfección necesaria.
¿Por qué entonces no donar el órgano de una persona que acaba de morir? ¿Por qué no ayudar a una persona que necesita de ese órgano para poder continuar viviendo? ¿Por qué no convertir algo que ya no le sirve al difunto en una gran ayuda para el enfermo? ¡Qué hermoso saber que algo de lo que fue nuestro cuerpo sigue dando vida a nuestro prójimo!
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En México aún es escasa la cultura de la donación de órganos. Son muchos los que con gran esperanza elevan su oración pidiendo al Señor la donación de un órgano y son muy pocos los que han decidido donar sus órganos o tejidos al morir.
En muchos casos, aunque la persona que murió había decidido donar sus órganos, su familia no respeta la decisión e impide que se cumpla su voluntad. Por eso no basta con tener el deseo o voluntad de donar los órganos, ni tampoco es suficiente una credencial o documento firmado por la persona, porque la autoridad competente siempre pedirá a la familia del difunto su autorización para sustraer los órganos que pueden donarse. Por esta razón, si has decidido donar tus órganos debes de informar a tu familia y convencerla para que den seguimiento a tu deseo de donar amor y vida a través de tus órganos. Empresas como Televisa y TV Azteca apoyan campañas de este tipo.
El verdadero donador voluntario es aquel que además de haber firmado su tarjeta de donación, le ha comunicado a sus familiares, amigos y compañeros de trabajo o escuela, sobre su decisión.
Para mayor información puedes ingresar a la página del Centro Nacional de Transplantes en la dirección https://www.gob.mx/cenatra.
También se puede entrar en contacto con la Sociedad Mexicana de Transplantes que difunde e investiga sobre el tema.
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