Al acudir en familia a presenciar alguna de las tradicionales pastorelas navideñas que se presentan en esta época, también nos preparamos para recibir al Niño Jesús en nuestros corazones.
Normalmente, en fechas previas a la celebración del Nacimiento de nuestro Redentor se realizan estas escenificaciones de tipo teatral, que han servido para transmitir parte de la fe cristiana de una generación a otra, a lo largo de cientos de años.
Con el paso del tiempo, las pastorelas han adquirido las más diversas variantes, pero siempre conservando su mensaje central: el triunfo del bien sobre el mal, de Dios sobre el diablo. Actualmente se presentan en los atrios de las parroquias, en las escuelas, casas de cultura y otros lugares.
Como creyentes, tenemos la oportunidad de continuar la tradición, ya sea al acudir a una pastorela en compañía de nuestros seres queridos —en el caso de la actual pandemia de COVID-19, tal vez presenciar una puesta en escena virtual—, o bien, si tienes muchos familiares, tal vez todos puedan adaptar un guión y una escenografía, y preparar su propia versión.
Cuenta la historia que San Francisco de Asís, hacia el siglo XIII, propuso las primeras representaciones del nacimiento de Cristo que se tenga memoria. Con los años, esta costumbre que se ha extendido por todo el mundo, pero tuvo una peculiar variación en México en el siglo XVI, pues los frailes españoles que llegaron a estas tierras aprovecharon que nuestros antepasados realizaban sus propias representaciones de tipo dramático, para transmitirles el mensaje de Cristo. Así comenzó a formarse la tradición de hacer pastorelas en la Nueva España.
La primera pastorela del tiempo de la Colonia fue La comedia de los Reyes que se escenificó en Cuernavaca, Morelos. Hacia 1530 el primer obispo de la Nueva España, fray Juan de Zumárraga, permitió celebrar la Farsa de la Navidad gozosa de nuestro Salvador, en tanto que fray Andrés de Olmos compuso la primera pastorela en náhuatl, especialmente para los nativos.
En la actualidad, las pastorelas navideñas son muy útiles para ayudar a los niños el verdadero sentido de la preparación que realizamos los creyentes durante el Adviento.
El Niño Dios, María la Virgen y su esposo José son los principales personajes de estas historias, acompañados de ángeles del cielo, pastores y –por supuesto- de los Reyes Magos de Oriente; del lado contrario, está el líder del mal y sus huestes, que fracasan una y otra vez en sus intentos por interponerse en el camino de los pastores.
Los malvados utilizan todas las artimañas a su alcance para hacer caer en tentación a los pastorcillos, pero al final el bien sale triunfante y los cuidadores de rebaños llegan a Belén a adorar a nuestro Redentor y cantarle villancicos.
Finalmente, es importante decir que siempre que acudimos a una pastorela fuera de nuestra Iglesia, hay que estar atentos a que los contenidos se apeguen a la doctrina católica. Está bien que por momentos nos hagan reír, pero también deben ser una herramienta para prepararnos al Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.
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