Hacer una oración el Día de la Candelaria, en la fiesta de la presentación de Jesús al Templo, es una oportunidad para agradecer que Dios se haya hecho hombre para salvarnos, para agradecerle su presencia en nuestro hogar y para pedirle su bendición, reconociéndolo como luz que nos ilumina.
Cada 2 de febrero celebramos el día de la Candelaria, fiesta que tiene su origen en dos pasajes de la Biblia: La purificación de María y la presentación de Jesús en el templo 40 días después de su nacimiento, como lo marcaba la Ley.
Por ello, en el Día de la Candelaria acostumbramos llevar la imagen del Niño Dios a bendecir al Templo. Y en algunos lugares de México tenemos la tradición de comer tamales, los cuales compran ‘los padrinos’ del Niño Dios. Aunque lo importante es la adoración al Dios hecho hombre.
Para tener presente el sentido de esta fiesta, convendría antes de celebrar hacer una oración en familia ante la imagen del Niño Jesús, que es el que nos congrega como familia.
Lee: ¿Por qué celebramos el día de la Candelaria?
La actividad y oración que presentamos a continuación fue elaboradora por la escritora católica Alejandra Sosa Elízaga.
El origen de la Virgen de la Candelaria está asociado con la festividad católica de la Presentación del Señor en el Templo, que se celebra el 2 de febrero. En este se narra cómo la Sagrada Familia, conformada por Jesús, María y José, acudió al Templo de Jerusalén para presentar al niño Jesús según la tradición judía. Durante este evento, el anciano Simeón, lleno del Espíritu Santo, reconoció a Jesús como el Salvador prometido y profetizó sobre su misión. Este momento es especialmente significativo en la devoción a la Virgen de la Candelaria debido a las palabras de Simeón, quien se refirió a Jesús como “luz para iluminar a las naciones”.
Sagrada Familia:
Te damos gracias por tu presencia en nuestro hogar.
Bendícelo y ayúdanos a convivir en paz, amor y unidad.
Niño Jesús:
Tú, el anunciado por Simeón como Luz de las naciones,
ilumina nuestros corazones,
y ábrelos al don de la salvación.
Santísima Virgen María:
Tú, que sabiendo que la espada atravesaría tu alma
no perdiste la fe ni la alegría,
ruega por nosotros,
para que la fuente de nuestro gozo,
sea la presencia del Salvador en nuestra vida.
Señor San José:
Tú, el protector del Niño Jesús y de María,
ayúdanos a imitarte
en amarlos y servirlos más y mejor cada día. Amén.
Esta oración fue publicada originalmente en Ediciones 72 y en Desde la fe.
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