Los niños no saben ocultar sus sentimientos. Aquellas niñas que llegaron a mi oficina parroquial parecían aterrorizadas, y lo estaban. Una de ellas lloraba mientras sus dos compañeritas trataban de consolarla.
La habían convencido de que fuera a verme para consultarme sobre su problema: habían jugado a la Ouija en la escuela, y un ‘malvado espíritu’ le había dicho a la niña que su mamá moriría en una fecha ya muy próxima. La niña estaba desconsolada.
Te puede interesar: El origen del viernes 13 y otras supersticiones
Me acordé de la carta de San Pablo a los Tesalonicenses (4, 13) cuando les dice: “es necesario que ustedes sepan qué es lo que sucede con los muertos para que ustedes no se pongan tristes como aquellos que no tienen esperanza”, y pensé que la mejor forma de consolar a aquellas niñas era explicarles qué sucede con la Ouija para que perdieran el miedo, terror, que las acongojaba.
Sin embargo, pienso que aquella niña no estuvo tranquila hasta que pasó la fecha fatal, y vio que a su mamá no le pasó nada.
Te puede interesar: La magia blanca, ¿es buena o mala? ¿Qué dice la Iglesia?
En el S. XIX se pusieron de moda los espiritistas y las sociedades de estudio de lo sobrenatural. Así como fue el Siglo de las luces, fue también el Siglo de los charlatanes, y todavía nos admiramos cómo gente que presumía de un rigor científico a toda prueba era capaz de dejarse engañar por vividores que explotaban a una sociedad ávida de lo sobrenatural, de lo exótico y de lo misterioso.
Hubo unas niñas que le tomaron el pelo a los científicos por muchos años y que, al final de sus vidas, confesaron que todos sus poderes habían sido un truco. Fueron las hermanas Fox que se comunicaban con los espíritus de los muertos con un sistema de golpes: “un golpe significa sí: dos golpes, no”.
Este método, seguido por otros mediums en su relación con el más allá ofrecía muchas limitaciones, sólo se podía hacer preguntas contestadas categóricamente. Entonces surgió la Ouija.
El nombrecito parece que viene de dos palabras, oui y ja, que significan “sí” en francés y alemán. Es un sí reiterativo.
La Ouija es un tablero con el abecedario, los números y un “Sí” y un “No”. Sobre el tablero corre una tablilla en forma de flecha o de manita que apunta (originalmente era una copa), y que va señalando, deletreando la supuesta respuesta del espíritu invocado.
Te puede interesar: Exorcista: El diablo me reveló por qué odia a la Virgen de Guadalupe
Por “médium” se entiende a una persona que puede comunicarse con los muertos o con los demonios. Es el medio para conocer respuestas que no se conocen.
En la Ouija el médium es el que maneja la tablilla sobre el tablero, colocando su mano suavemente sobre ella y dejándola que corra “libremente” a la inspiración del espíritu en turno.
Puede ser, y casi siempre es así, que el médium mueva la tablilla según su voluntad consciente y entonces el juego es solamente una broma, un engaño para la víctima inocente.
Pero puede suceder que la tablilla realmente se mueva “sin la voluntad consciente” del médium, y en ese caso tenemos lo que los psicólogos llamarían un engaño inconsciente.
La tablilla de la Ouija se convierte así en una “pantalla” que expresa el inconsciente del médium y que da una respuesta que jamás daría el consciente.
La ouija se convertiría en algo así como un teléfono con línea directa al subconsciente.
Te puede interesar: ¿Quién fue el padre Amorth, conocido como el “rival del demonio”?
¿Es la ouija un teléfono al más allá?, ¿a final de cuentas pueden comunicarse los muertos con nosotros?
Esta es una pregunta que ha inquietado siempre a la humanidad, y esa necesidad de penetrar en lo oculto ha hecho que siempre haya personas que inventan métodos para hablar con los muertos. Los que lo hacen se llaman “nigromantes”.
Es cierto que hay una serie de fenómenos extraños que tradicionalmente se atribuían a los espíritus de los muertos y que los científicos serios explican hoy como fenómenos parapsicológicos o paranormales. “Son obra de espíritus encarnados; no desencarnados”, explicaba González Quevedo, jesuita parapsicólogo de reconocido prestigio.
Curiosamente, la Iglesia Católica acepta el que seres del más allá se puedan comunicar con los vivos, como en el caso de los ángeles, mensajeros de Dios, que anuncian algo a los mortales, o en el caso de las apariciones de Jesús, la Virgen o los santos.
Pero creer que podemos turbar el descanso de los muertos es ir en contra de la doctrina cristiana del destino final de los difuntos.
La parábola que nos contó Jesús sobre el pobre Lázaro y el rico Epulón que desde el infierno solicitaba que enviaran a Lázaro a avisar a sus hermanos que había un castigo, nos hace ver que los muertos no tienen por qué regresar si “tenemos a Moisés y a los profetas”
Te puede interesar: Era “bruja”, tuvo una conversión y el demonio quiso castigarla
Tanto entre los judíos del Antiguo Testamento como en el cristianismo se considera ofensa a Dios el invocar a los muertos ya que es un signo de desconfianza, falta de fe, en el amor de Dios.
Sí; jugar a la Ouija constituye un pecado. Pero, además, constituye un peligro por el desequilibrio emocional, muchas veces grave, de los que con ella juegan.
La Ouija es una puerta, pero no al más allá, sino a la pérdida de la cordura.
Te puede interesar: ¿Por qué sólo los sacerdotes están facultados para expulsar demonios?
El feminismo, una corriente filosófica y social que busca la igualdad de derechos y oportunidades…
“Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de…
El 29 de diciembre iniciaremos el Año Jubilar 2025 en las diócesis del mundo, con…
Lo que empezó en los años 20 del siglo pasado como una causa homicida, al…
‘¡Viva Cristo Rey!’ Hagamos nuestra esta frase, no como grito de guerra, sino como expresión…
El Vaticano publicó la segunda edición del libro litúrgico que contiene las instrucciones relacionadas con…
Esta web usa cookies.