El centro de la vida cristiana no es la espera pasiva de una intervención divina arbitraria, sino la búsqueda activa y libre de la voluntad de Dios. Foto: Especial
En redes sociales y conversaciones cotidianas, abundan frases que, aunque suenan bien, pueden prestarse a malentendidos cuando se toman sin profundidad. El padre Alberto Medel, de la Diócesis de Xochimilco, abordó una de las más repetidas entre creyentes: “Los tiempos de Dios son perfectos.”
Aunque la frase suena piadosa y ha adquirido popularidad, el sacerdote invita a los fieles a examinar su verdadero significado a la luz del Evangelio. “Esta frase no aparece literalmente en la Palabra de Dios ni fue dicha por Jesús. Pero, dependiendo de cómo se entienda, puede tener sentido cristiano… o no”, aseguró.
Para el padre Medel, la clave está en recordar que el centro de la vida cristiana no es la espera pasiva de una intervención divina arbitraria, sino la búsqueda activa y libre de la voluntad de Dios. “Jesús, en Getsemaní, no le dice al Padre ‘haz lo que quieras’, sino que se entrega conscientemente a su voluntad: ‘Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya’”, explicó.
De esa escena se desprende una enseñanza profunda: Dios tiene un propósito de amor para cada persona, y la plenitud de la vida cristiana se alcanza cuando, con libertad y conciencia, cada uno elige abrazar ese proyecto. “Dios no nos creó para manejarnos como piezas de ajedrez, sino para que descubramos, elijamos y vivamos el propósito para el que fuimos creados”, añadió.
El peligro está, advirtió, en usar la frase como una especie de consuelo vacío o resignación pasiva. “Si entendemos que Dios un día se amanece de buenas y otro de malas, como si todo dependiera del azar, entonces no estamos hablando de fe, sino de superstición. Y esos tiempos no serían perfectos”, señaló.
La voluntad de Dios, recordó, se manifiesta de forma clara en el Evangelio: “Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo”. Por eso, más que dejar todo “a ver qué pasa”, el padre Medel llamó a cada creyente a asumir su libertad, su inteligencia y su responsabilidad para descubrir el proyecto de Dios y vivirlo. Solo así, insistió, los tiempos de Dios serán verdaderamente perfectos en nuestra vida.
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