Es una tradición que, durante la Semana Santa, las imágenes de los santos sean cubiertas con telas de color morado para que solo la cruz y Cristo destaquen en los templos.
Este color, que es el último de los siete que tiene el arcoíris, no es tan común en la naturaleza, aunque desde la antigüedad greco romana y egipcia supieron cómo conseguirlo, pues es una mezcla del rojo y el azul; Plinio, escritor romano, ya mencionaba como producirlo.
Para el pueblo judío fue un color tan importante como el azul que destaca en sus ornamentos rituales. Sin embargo, el morado o púrpura era más difícil de conseguir, pues provenía de un molusco marino del Mediterráneo que también fue conocido y usado en el México prehispánico por los mixtecas.
El morado o púrpura es mencionado varias veces en la Biblia.
En el Antiguo Testamento, concretamente en el libro de Isaías (1: 18), se lee: “El Señor dice… aunque sus pecados sean como el rojo más vivo, yo los dejaré blancos como la nieve; aunque sean como tela teñida de púrpura, yo los dejaré blancos como la lana”, y esta metáfora es significativa porque ambos colores, una vez impresos en cualquier tela, son difíciles de quitar.
El purpura ha sido identificado con la realeza, la majestad y los reinados; el sacerdocio, la autoridad y lo sobrenatural. En términos históricos, este color ha sido usado por monarcas, obispos y en la vestimenta de las imágenes religiosas. El púrpura también es uno de los colores que tradicionalmente usan los sacerdotes católicos al lado del verde, el blanco y el rosa.
El Evangelio de Lucas (16: 19) dice: “Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino fino, celebrando cada día fiestas con esplendidez”, y en el Libro de los Hechos (16:14) se dice: “Y estaba escuchando cierta mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, que adoraba a Dios, y el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía”
Por el contrario, en el libro del Apocalipsis (17:4) se habla de una mujer que estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada con oro, piedras preciosas y perlas, y tenía en la mano una copa de oro llena de abominaciones y de las inmundicias de su inmoralidad.”
Existen varias tonalidades de morado y en esto ha intervenido la ciencia al paso de los siglos de modo que popularmente se usan como sinónimos el morado, el violeta, lila, malva y el magenta, y así, al traje que usan los cardenales, que es más bien rojo, lo han llegado a calificar como púrpura.
En cada Semana Santa es un color que domina en los templos y que tiene un profundo significado ritual.
Carlos Villa Roiz es periodista especializado en religión
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