La pregunta: Soy de Tijuana. Quería hacerle una pregunta, pues necesito respuestas que me traigan consuelo y paz a mi alma que ahorita se encuentra en conflicto debido a razones de ética y moral. Yo confieso ante usted que durante muchos años por motivos de educación, economía y también dificultad de acceso a materiales de aprendizaje descargué música, videos, películas, libros pdf y software para mi aprendizaje y trabajo laboral. Recientemente me enteré que es un pecado hacer eso cuando no se compra al creador original, incluso ver una serie o película en un sitio que no es plataforma de streaming donde sea legal ver los contenidos.
Sé que lo correcto es borrar todo lo que he descargado, lo estoy haciendo, pero a mi corazón le duele hacer lo correcto y no sé por qué sucede, es lo correcto y no se por qué se siente así. ¿Será debido a que aunque es lo correcto, se siente así debido a que pierdo muchas oportunidades de aprendizaje y acceso a distintos materiales a los que no tendría acceso por vías legales de derechos de autor y también por lo monetario? Y si la página que es gratis no esta dañando el DMCA (El Acta de Derechos de Autor en el Milenio Digital) al estar poniendo gratis a disposición de usuarios películas, series y libros, entonces ¿no hay pecado alguno? No quiero pecar ni cometer delitos, sólo quiero aprender aún más para cultivar mis dones, talentos e inteligencia como pide el Señor, como lo dice en su parábola de los talentos. Espero paciente su respuesta.
Gracias por compartir tu inquietud. Lo primero que debo decirte es que la vida cristiana no es un mero obedecer reglas y mandamientos, como si Dios nos pusiera leyes desde el exterior que nos pueden hacer sentir tristes u oprimidos. Vivir así –obedeciendo sólo porque tenemos que obedecer– sería un rigorismo moral, o moralismo.
La vida cristiana es, ante todo, el encuentro cotidiano con Cristo para ser felices. El Catecismo de la Iglesia, en su tercera parte, pone un nombre muy bello a toda la cuestión moral de la Iglesia. La llama “La vida en Cristo”. Jesús nos ofrece su Espíritu para que vivamos en sus leyes. Cristo quiere vivir en ti y en mí, para que lleguemos a decir con san Pablo: “Ya no soy yo quien vive, sino Cristo que vive en mí” (Gal 2,20).
Los mandamientos no son únicamente leyes dadas por un juez que vienen desde el exterior, sino que brotan también en el corazón del hombre. Dios los puso en nuestro interior para que, viviéndolos, podamos llegar a ser plenamente hombres y felices. En los mandamientos está nuestra felicidad, nuestra santidad y, finalmente, el Cielo.
La Iglesia reconoce el derecho a la propiedad privada así como la dimensión universal de los bienes de la tierra, incluidos los bienes culturales. Pero también reconoce que es necesaria una compensación por el esfuerzo personal y colectivo de sus creadores con una justa recompensa, del mismo modo que el intercambio de bienes materiales se realiza a través de retribuciones económicas.
Si tú no sabías que la piratería no era pecado y bajaste ese material, puede ser que no haya culpa, simplemente porque no lo sabías bien, o no lo sabías del todo. Tu conciencia no estaba bien formada. Ahora te has dado cuenta de que la piratería es un robo y el séptimo mandamiento dice “no robarás”.
Puede ser que cumplir el mandamiento pueda en este momento costarte esfuerzo. Por eso te pones triste. Te has dado cuenta de que la piratería es un pecado, y que para disfrutar de ciertos materiales culturales, educativos o herramientas de trabajo como programas de software que se ofrecen por internet, hay que pagar por ellos. Es lo justo. Asegúrate que los sitios web que disponen estos materiales no violan derechos de autor.
Si Dios te dice “no robarás” y “no codiciarás los bienes ajenos” es porque robar es un daño para ti y para la vida social. Es más fácil elegir caminos que nos hacen daño porque preferimos lo más cómodo, lo más fácil y así vivimos en la ley del menor esfuerzo.
Sin embargo, Jesús dice: “Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por ahí” (Mt 7,13). Es decir, Jesús nos invita a ir por el camino arduo de la virtud.
Nuestra existencia debe estar apoyada en los mandamientos –la ley– y, sobre todo, la gracia –el amor de Dios en el alma–. Así podremos vivir una vida cristiana equilibrada. Un saludo cordial y un abrazo.
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Artículo publicado originalmente en su blog: blogdelpadrehayen.blogspot.mx
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