2 de octubre: El día que celebramos a nuestro ángel de la guarda

El Papa Francisco ha sido un gran promotor de la devoción al Ángel de la Guarda al pedir que “nos ayuden a mantener siempre la mirada fija en Jesús”, pero también otros Pontífices, junto con otros grandes teólogos han hecho lo mismo, como san Alberto Magno, santo Tomás de Aquino y san Pedro Damián, quienes sostenían que los ángeles nunca nos abandonan y que tratan de llevarnos al arrepentimiento y a la reconciliación con Dios.

El Papa León X afirmaba la existencia de un ángel personal; el emperador Fernando II pidió a Paulo V que creara una fiesta especial dedicada al ángel de la guarda y universalizó esta devoción el 27 de septiembre de 1608; luego, Clemente X, el 13 de septiembre de 1670, creó la fiesta formal dedicada al Santo Ángel de la Guarda que ahora celebramos cada 2 de octubre.

Al hablar de ángeles, la primera reflexión apunta hacia su aspecto físico, ante lo cual el Génesis (3, 24) responde que Dios, después de haber expulsado a Adán y Eva del Paraíso Terrenal, tras haber pecado contra Dios, “puso al oriente del jardín unos seres alados y una espada ardiendo que daba vueltas hacia todos lados, para evitar que nadie llegara al árbol de la vida”, por lo que se les considera seres alados.

El ángel de la guarda.

Luego, en el libro del Génesis (23, 20), habla de la función de los ángeles: “Yo enviaré mi ángel delante de ti, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que te he preparado. No te alejes de él; obedécelo y no le seas rebelde, porque él actúa en mi nombre y no perdonará los pecados de ustedes… mi ángel irá delante de ti”.

A partir de la lectura del Libro de Daniel, algunos teólogos como Teodoreto, san Cirilo, san Juan Crisóstomo, san Gregorio Nacianceno, san Jerónimo, san Hilario y san Ambrosio afirman que cada país también tiene un ángel custodio, pues este texto bíblico refiere (10, 13-21): El ángel príncipe del reino de Persia… vendrá el ángel príncipe de Grecia… tengo la ayuda de Miguel, el ángel príncipe de Israel”. De acuerdo con estas palabras, es de suponer que cada nación tiene un ángel custodio.

Pintura que representa a los ángeles.

Luego, en el Libro de Job (32, 23-24), se habla de la intercesión de los ángeles ante Dios, cita: “pero si hay cerca de él un ángel, uno entre mil que hable en su favor y de testimonio de su rectitud, que le tenga compasión y diga a Dios: Líbralo de la muerte”; en el Libro de Tobías (12, 12) se dice “Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducir su vida”.

En el Nuevo Testamento, en Mt. 18 10, se señala: “No desprecien a ninguno de estos pequeños. Pues les digo que en el Cielo los ángeles de ellos están siempre en la presencia de mi Padre celestial”.

El Catecismo de la Iglesia Católica, en particular en su Artículo 336, confirma las citas bíblicas a favor de la existencia de un ángel de la guarda, que nos acompaña desde el nacimiento hasta la muerte.

Desde su comienzo (cf Mt 18, 10) hasta la muerte (cf Lc 16, 22), la vida humana está rodeada de su custodia (cf Sal 34, 8; 91, 10-13) y de su intercesión (cf Jb 33, 23-24; Za 1,12; Tb 12, 12). “Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducir su vida” (San Basilio Magno, Adversus Eunomium, 3, 1: PG 29, 656B). Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios.

Los ángeles de la guarda han inspirado a un sinnúmero de artistas que los han representado y de igual forma, hay oraciones especiales para invocar su ayuda y protección, así como para darles las gracias por su compañía.

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