A través un motu proprio que modifica el primer párrafo del Canon 230 del Código de Derecho Canónico, este lunes el Papa Francisco estableció que los servicios de la Palabra y del Altar quedan abiertos para mujeres de forma estable e institucionalizada.
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El hecho de que las mujeres desempeñen estos servicios en la Iglesia, que específicamente son los de Lector, Ministros de la Eucaristía y Acólitos, no es ninguna novedad. Sin embargo, hasta ahora se habían venido realizado sin un mandato institucional, mismo que en adelante tendrá que ser hecho por el obispo local.
La medida deroga lo dispuesto por San Pablo VI, quien en1972, al quedar abolidas las llamadas “ordenes menores”, decidió mantener el acceso a los servicios de la Palabra y el Altar solo para hombres, como una fase preparatoria de un eventual acceso a las órdenes sagradas.
Sobre el tema, el padre Salvador Barba, quien durante 10 años fue encargado de la Pastoral Litúrgica de la Arquidiócesis de México, señala que nada novedoso habrá en que las mujeres desempeñen los servicios de la Palabra y el Altar, puesto que ya lo venían haciendo.
“Sin embargo, sí hay algo que celebrar, ya que con esta pequeña modificación al Código de Derecho Canónico, se hace, a la letra, un reconocimiento a hombres y mujeres sobre el trabajo que realizan desinteresadamente al servicio de la Iglesia, sin que este implique necesariamente una aspiración a recibir el Orden Sacerdotal. ¡Es un reconocimiento que llena de alegría!”.
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El padre Salvador Barba explica que dicha medida, a su vez, irá creando conciencia acerca del servicio que siempre han realizado las mujeres, no sólo en el aspecto litúrgico, sino en el campo social y en su entrega caritativa a los más necesitados. “Incluso, en Hechos de los Apóstoles, se habla al inicio de servidoras comprometidas, por la coherencia de su vida y su ansia de servir y ayudar a los demás”.
“Es una medida que exalta y valora la actividad laical -refiere el padre Salvador Barba-, a la vez que evita clericalismos. Pero debe quedar claro que, si bien se ha puesto hoy el acento en las mujeres, es necesario decir que la modificación también incluye a los hombres, porque la letra anteriormente restringía ambos servicios a los candidatos al sacerdocio, no a todos. Ahora es para hombres y mujeres bautizados que conforman la Iglesia.
Finalmente, señala que el hecho de que sea el obispo quien instituya de manera formal dichas encomiendas a los fieles -sin distinción de género-, habla de una comunión en la Iglesia, pues es un nombramiento que no quedará al arbitrio del sacerdote, sino que lo hará el padre y pastor de una comunidad diocesana.
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