¿En qué se diferencian las virtudes teologales de las cardinales? El Papa lo explica
Para dar continuidad a su ciclo de catequesis sobre los vicios y las virtudes, este 24 de abril, en el marco de su Audiencia General, el Papa Francisco hizo una breve reflexión sobre el origen y la escancia de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, para marcar la diferencia sustancial que guardan con las […]
Para dar continuidad a su ciclo de catequesis sobre los vicios y las virtudes, este 24 de abril, en el marco de su Audiencia General, el Papa Francisco hizo una breve reflexión sobre el origen y la escancia de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, para marcar la diferencia sustancial que guardan con las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza, de las cuales ya habló en los últimos cuatro miércoles.
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Por principio de cuentas, señaló que las virtudes cardinales fueron definidas por una sabiduría muy antigua, anterior incluso al cristianismo, como deberes cívicos, normas de actuación, tendencia al bien y moderación, mismas que no fueron suprimidas por el cristianismo, sino enfocadas, potenciadas, purificadas e integradas la fe.
Las virtudes cardinales -dijo-, están sembradas en el corazón de cada hombre y cada mujer, y desarrollan la capacidad de hacer el bien.
Las virtudes teologales
No obstante -agregó-, en el camino hacia la verdadera plenitud, el cristiano goza de la asistencia especial del Espíritu Santo, y esta asistencia se concreta en el don de las tres virtudes teologales, “las virtudes netamente cristianas: la fe, la esperanza y la caridad”.
El Papa Francisco señaló que las cuatro virtudes cardinales y las tres virtudes teologales hacen un maravilloso ‘septenario’, que a menudo se contrapone a la lista de los siete pecados capitales.
Sin embargo, señaló que si únicamente se cultivan las virtudes cardinales, se corre el riesgo de generar seres humanos heroicos que hacen el bien, pero que actúan solos, aislados. En cambio -aseguró-, el don de las virtudes teologales es una experiencia vivida en el Espíritu Santo, que impulsa al cristiano a actuar no sólo en un compromiso personal, sino que, como humilde discípulo, camina con los demás detrás del Maestro Jesús.
Antídoto contra la insuficiencia
Así pues -dijo el Santo Padre-, las virtudes teologales son el gran antídoto contra la autosuficiencia. “¡Cuántas veces ciertos hombres y mujeres moralmente irreprochables corren el riesgo de volverse presuntuosos y arrogantes a los ojos de quienes los conocen! Agregó que la soberbia es un veneno poderoso: basta una gota para echar a perder toda una vida marcada por el bien.
Explicó que una persona puede hacer innumerables obras buenas, ganar elogios y alabanzas, pero si lo hace todo para sí misma, no puede considerarse una persona virtuosa, ya que el bien no sólo es un fin, sino también un camino que requiere de mucha amabilidad y de despojarse de “esa presencia demasiado dominante que es nuestro ego”.
Finalmente, el Papa Francisco señaló que para corregir todas estas situaciones desfavorables, las virtudes teologales son de gran ayuda, por lo cual es necesario que abramos nuestro corazón al Espíritu Santo a fin de que las reavive. “Entonces, si hemos perdido la confianza, Dios nos reabre a la fe; si estamos desanimados, Dios despierta en nosotros la esperanza; si nuestro corazón está endurecido, Dios lo enternece con su amor. Gracias”.
Con información de Vatican News