El Papa Francisco dio a conocer una serie de consejos para que los hombres sean buenos padres, poniendo como ejemplo la parábola del Hijo Pródigo.
“En el Libro de los Proverbios, un padre dirige estas palabras al propio hijo: “Hijo mío, si tu corazón es sabio, también se alegrará mi corazón… (Pr 23,15-16). No se podría expresar mejor el orgullo y la conmoción de un padre que reconoce de haber transmitido al hijo lo que de verdad cuenta en la vida, es decir, un corazón sabio. Este padre no dice: ‘estoy orgulloso de ti porque eres igual a mí, porque repites las cosas que digo y que hago yo’. No, no le dice esto. Le dice algo mucho más importante, que podríamos interpretar así: ‘seré feliz cada vez que te vea actuar con rectitud’.
Un buen padre enseña a sus hijos cosas que no sabe y le corrige errores que él no ve. Le hace sentir un afecto profundo y a la vez discreto, que quizás el hijo no reconoce plenamente cuando es joven e incierto. Le da a sus hijos un testimonio de rigor y de firmeza que quizás éstos no entienden cuando sólo quieren complicidad y protección. También aprende a llevar el peso de las inevitables incomprensiones y a encontrar las palabras justas para hacerte entender.
La primera necesidad es que el padre esté presente en la familia. Que esté cerca de la esposa, para compartir todo, alegrías y dolores, fatigas y esperanzas. Y que esté cerca de los hijos en su crecimiento: cuando juegan y cuando se empeñan, cuando están despreocupados y cuando están angustiados, cuando se expresan y cuando están taciturnos, cuando osan y cuando tienen miedo, cuando dan un paso equivocado y cuando encuentran el camino. Padre presente, siempre. Decir presente no quiere decir “controlador” ¡eh! Porque los padres demasiado “controladores” anulan a los hijos, no los dejan crecer.
“Todos conocen aquella extraordinaria parábola llamada del “hijo pródigo” o mejor dicho del “padre misericordioso”, que se encuentra en el Evangelio de Lucas en el capítulo 15. ¡Cuánta dignidad y cuánta ternura en la espera de aquel padre que está en la puerta de casa esperando que el hijo regrese! Los padres tienen que ser pacientes. Muchas veces no queda más que esperar, rezar y esperar con paciencia, dulzura, magnanimidad, misericordia. Un buen padre sabe esperar y sabe perdonar, desde lo profundo del corazón. Los hijos tienen necesidad de encontrar un padre que los espera cuando vuelven de sus fracasos. Harán de todo para no admitirlo, para no hacerlo ver, pero lo necesitan; y el no encontrarlo abre en ellos heridas difíciles de cicatrizar”.
Un buen padre sabe corregir con firmeza: no es un padre débil, complaciente, sentimental. Y el padre que sabe corregir sin humillar es el mismo que sabe proteger sin limitarse.
“Si hay alguien que puede explicar a fondo la oración del Padre Nuestro enseñada por Jesús, este es quien vive en primera persona la paternidad. Sin la gracia que viene del Padre que está en los cielos, los padres pierden coraje y abandonan el campo”.
El Papa Francisco asegura que la Iglesia Católica está comprometida en apoyar con todas sus fuerzas la presencia buena y generosa de los padres en las familias, “porque ellos son para las nuevas generaciones custodios y mediadores insustituibles de la fe en la bondad, de la fe en la justicia y de la protección de Dios, como San José”.
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