Al recibir en Audiencia a los responsables de las Comisiones de Catequesis de las Conferencias Episcopales Europeas, el Papa Francisco agradeció a los catequistas su gran labor de evangelización.
Además de animarlos a continuar realizando su trabajo, les regaló algunos consejos que, sin duda alguna, serán de gran utilidad para todos los catequistas. Aquí te decimos cuáles son:
El Papa Francisco les recordó la importancia de la Celebración Eucarística como el lugar privilegiado de la catequesis, pues “ahí es donde los hermanos se reúnen para descubrir cada vez más los diferentes modos en que Dios está presente en sus vidas”.
Su labor, recordó el Papa, no es una comunicación abstracta de conocimientos teóricos que hay que memorizar como si fueran fórmulas matemáticas o químicas, sino algo mucho más profundo.
“Debemos insistir en indicar el corazón de la catequesis: ¡Jesucristo resucitado te ama y nunca te abandona! Este primer anuncio nunca puede encontrarnos cansados o repetitivos en las distintas etapas del camino catequético”.
El Papa Francisco agregó que los catequistas deben ser capaces de crear los necesarios vínculos de acogida y cercanía que permiten apreciar mejor la Palabra de Dios; y aprovechó el momento para recordar a las catequistas de su infancia:
“Recuerdo con cariño a las dos catequistas que me prepararon para la Primera Comunión. Continué mi relación con ellas como sacerdote y también con una de ellas, que aún vive, como obispo, y sentí un gran respeto, incluso un sentimiento de agradecimiento, como una veneración, sin hacerla explícita. ¿Por qué? Porque eran las mujeres que me habían preparado para la Primera Comunión junto con una religiosa”.
A ambas, y a la religiosa, contó Francisco, ha podido acompañarlas hasta el final de sus vidas.
“La catequesis es tradición, pero tradición viva, de corazón a corazón, de mente a mente, de vida a vida. Por lo tanto: apasionados y creativos, con el impulso del Espíritu Santo. He utilizado la palabra ‘precocinado’ para el lenguaje, pero me dan miedo los catequistas con el corazón, la actitud y la cara ‘precocinadas’”.
“No –siguió explicando Francisco-, el catequista es libre o no es catequista. El catequista se deja interpelar”. por la realidad que encuentra y transmite el Evangelio con gran creatividad, o no es catequista”.
El Pontífice hizo hincapié en que el catequista y la catequista “son testigos que se ponen al servicio de la comunidad cristiana, para apoyar la profundización de la fe en lo concreto de la vida cotidiana”, es decir, “son personas que anuncian incansablemente el Evangelio de la misericordia.
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